sábado, 28 de septiembre de 2024

Cortos de una Cita con el Artista : El Zapato


Hoy decidí darme una vuelta por la Sexta Avenida, en el corazón del centro de la ciudad de Guatemala. 

No tenía un objetivo claro en mente, solo dejarme llevar por la curiosidad y ver qué tesoros escondidos podía encontrar en los rincones de esta icónica calle. 

Mientras caminaba, entre puestos llenos de todo tipo de cosas —desde ropa hasta artesanías— algo llamó mi atención. Llegué al Edificio Capitol ahí me encontré con la Tienda Carlitos Guatemala ubicada en Los Capitol, tenían muchas cosas curiosas, y bueno me llevé mi kit de Pinta Caritas y algo más ….

No, no fue una camiseta o un collar típico... fue un zapato. Pero no cualquier zapato, ¡era un diminuto zapato de payaso convertido en llavero! 

Al principio pensé: "¿Qué hace esto aquí?" Pero luego me di cuenta de que era justo lo que necesitaba, aunque no lo supiera hasta ese momento. 

Había algo tan encantador y gracioso en ese pequeño zapato colorido, con su forma desproporcionada y ese aire de travesura que me hizo sonreír al instante.

Así que, sin dudarlo, me llevé el llavero del zapato de payaso, que ahora es oficialmente el guardián de mis llaves.

A veces la vida te sorprende con las cosas más inesperadas, y hoy fue un recordatorio de que los pequeños detalles pueden alegrarte el día. 

Cortos de una Cita con el Artista : El día que la muerte fue mi amiga


Hoy tuve un encuentro peculiar en la Sexta Avenida de la Zona 1, está queda en el Centro Histórico de la Cuidad Capital Guatemala: me encontré cara a cara con la muerte. 

Pero no, no es lo que piensan.

En realidad, era un chico disfrazado de la muerte, completo con su túnica negra, guadaña y todo.

Y, por alguna razón, en lugar de sentir miedo o incomodidad, sentí... una extraña familiaridad.

Lejos de la figura aterradora que solemos imaginar, esta versión de la muerte parecía casi amigable, como si quisiera recordarme algo que ya sabía, pero que no siempre tengo presente: que desde el momento en que nacemos, la muerte es nuestra compañera más fiel.

Nos aterra su presencia, pero en el fondo, es lo único seguro que tenemos en la vida. Así que me acerqué, sonreí y me tomé una foto con ella. En ese instante, entendí que, más allá de los temores y los miedos que nos inculcan, la muerte no es nuestra enemiga.

Es parte del ciclo, algo inevitable que debemos aceptar. Y aunque normalmente trato de no pensar mucho en ella, hoy, en la Sexta AVENIDA , tuve la oportunidad de verla con otros ojos: como una amiga que está siempre allí, silenciosa y paciente, esperando su momento. 

Cosas que me gustan pero no necesito


Hoy fui a una tienda china, ya sabes, esas que tienen un sinfín de artículos curiosos, que nunca supiste que existían, pero que en cuanto los ves, te preguntas cómo has vivido sin ellos.

Esa sensación que te da igual a cuando vas a DollarCity y no quieres ni agarrar una carreta, ni una canasta porque dices solo compraré una cosa, y terminas cargando con las manos cosas que ni imaginabas llevar. Las señoritas de las cajas se ponen a reír y les hablo de cómo no quería llevar carreta para no llevar cosas , pero aún así las termino llevando, Se ríen aún más. Me encanta hacer reír a las personas.

O cuando visitas DeMuseo el olor a incienso o Sophos, esa sensación de Libros nuevo por el pasillo.

Mientras caminaba por los pasillos llenos de colores brillantes y etiquetas en idiomas que no entendía, me di cuenta de que mi mente empezó a justificar cada compra absurda. 

Primero, me encontré con una cuchara gigante. No cualquier cuchara, ¡una que fácilmente podría servir para cavar en el jardín! ¿La necesito? No. ¿La quiero? Definitivamente. Ya me imaginaba sirviendo helado con ella en las reuniones familiares o amigos , haciendo que todos se rieran por lo desproporcionado del utensilio. Pero claro, ¿cuántas veces realmente saco helado para un ejército? 

Luego, pasé por la sección de figuritas y, por supuesto, me topé con un gato que mueve la pata. ¡Ese que promete traer la fortuna a la casa! Solo que ya tengo tres de esos, en diferentes colores, pero este... ¡este tenía algo especial! Quizás era el brillo en sus ojos o la promesa de buena suerte que parecía más convincente que las otras.

El colmo fue cuando vi un set de herramientas miniaturas. ¿Qué tipo de mini-carpintería pensaba hacer en casa? No lo sé, pero sentí la necesidad urgente de llevármelas. Seguramente nunca las usaré, pero el hecho de tenerlas me hace sentir lista para cualquier eventualidad... en miniatura, claro. 

Y luego llegas a casa y dices : se me olvidó … ? 

Cortos de Una Cita con el Artista : El Gato entre las nubes





Hoy, mientras seguía atrapada en el tráfico, me di cuenta de que, a veces, los momentos más simples pueden convertirse en los más mágicos. Levanté la vista y vi el cielo teñido de un suave tono gris azulado, y entre las nubes, algo llamó mi atención. 

Una nube, en particular, parecía esconder la silueta de un gato. Sí, un gato, con su cuerpo esponjoso y su cola curvada, como si estuviera durmiendo, flotando sobre el cielo. 

En ese instante, mi mente se llenó de imágenes: me imaginé al gato, ronroneando en el cielo, saltando de nube en nube como si fueran suaves almohadas. Y por un momento, me sentí completamente en paz.

Pensé en cuántas veces pasamos por alto estos detalles, distraídos por las prisas del día a día, y di gracias por estar ahí, en medio del tráfico, teniendo la oportunidad de contemplar algo tan bello y sencillo.

El cielo, el gato de nubes, el atardecer... todo parecía recordarme que, a pesar de las complicaciones y el caos, la belleza siempre está presente, solo tenemos que detenernos y mirar. 




Historia de un Shuco



Hoy rompí una tradición personal que llevaba años respetando: comer en la calle.

¿El motivo? 

Un delicioso shuko. 

Para quienes no conocen este manjar guatemalteco, imaginen un hot dog, pero mejorado al nivel gourmet callejero, con aguacate y repollo, digno de cualquier rey del antojo. 

No podía resistirme.

Así que me preparé para la ocasión: me bañé, me arreglé, ¡hasta me eché un perfume que juraba duraría todo el día! Aunque sinceramente no pensaba comer Shuco este día , pero solo se dio la oportunidad 😅😅

Todo marchaba perfecto, hasta que llegó el gran momento: el encuentro con la carreta de shukos. Mi amigo y yo nos acercamos, el aire estaba lleno de ese aroma irresistible que solo el carbón puede darle a la comida. Parecía que nada podía salir mal. 

Pero... ¿qué creen? Justo cuando estaba más confiada y esperando mi shuko, una nube de humo decidió cambiar mi destino. 

No fue solo un poco de humo, no. Fue un ataque directo y personal. Todo ese aire cargado de olor a parrilla y delicias decidió abrazar mi cabello recién lavado. 

En segundos, mi cabello pasó de oler a perfume a oler como si yo misma hubiera estado cocinando shukos todo el día.

El resto de la tarde, cada vez que movía la cabeza, sentía esa mezcla de humo con champú. Y claro, todo el mundo a mi alrededor parecía notarlo también.

Supongo que, al menos, olía a algo delicioso.

Saludos y bendiciones, Hasta la próxima con más historias callejeras 😅

lunes, 23 de septiembre de 2024

Parte 2: Hija Ausente : Reflexion desde mi alma

 


Hoy, hace cinco años, mi padre se fue. Si , se fue con Dios. Como ustedes prefieran llamarlo universo, Creador. 

Recuerdo el día con claridad: mi hermano menor me llamaba al mediodía desde Managua, Nicaragua, la urgencia de tomar un avión y la sensación de estar dejando atrás no solo a mi país, sino también una parte de mi vida. 

El viaje fue largo, pero lo más difícil fue enfrentar el hecho de que no pude estar siempre a su lado.

A menudo, como hijos, nos exigimos estar presentes, ser perfectos, pero la vida tiene una forma particular de llevarnos por caminos que no siempre nos permiten estar donde quisiéramos. No siempre podemos controlar las circunstancias, el tiempo o los kilómetros que nos separan de nuestros seres queridos.


Ser una hija ausente no significa haber amado menos. 

Al contrario, en la distancia aprendí a valorar aún más lo que mi padre significaba para mí. 

Las palabras que compartimos, las lecciones que me dejó, todo está grabado en mi corazón. 

Y aunque no pude estar allí siempre, lo que importa es que nunca dejé de pensar en él, nunca dejé de llevar su amor conmigo.


En este día, no quiero castigarme por no haber estado más cerca, sino recordar con gratitud los momentos que sí compartimos, las risas y las enseñanzas. 

Porque al final, la presencia física es solo una parte de la relación; lo que realmente importa es el vínculo del corazón.


Hoy, elijo ser compasiva conmigo misma. 

Elijo recordar que, aunque fui una hija ausente en los kilómetros, siempre estuve presente en amor.

Ayude económicamente como pude, tal vez no fue mucho pero fue desde el corazón.

Hasta siempre Pa , así como te decía siempre .

La hija ausente

 


Soy la hija ausente que un día dejó su tierra, su Nicaragua, Nicaraguita para buscar nuevos horizontes y poder vivir. 

Dejar el país no es una decisión fácil; es un salto al vacío, impulsado por el deseo de encontrar una vida mejor. 

Sin embargo, en ese proceso de búsqueda, se va perdiendo todo: amigos, familiares, conexiones que parecían eternas.

Han pasado más de 20 años desde que llegué a Guatemala, y aunque este país me ha dado la oportunidad de empezar de nuevo, la incertidumbre de estar en una tierra ajena, con una cultura diferente, sigue embargando mi alma. 

La nostalgia por lo que dejé atrás siempre está presente, como una sombra que me acompaña, recordándome lo que se quedó en el camino.


A veces, la distancia no solo se mide en kilómetros, sino en lo que vamos perdiendo con el paso del tiempo. 

La ausencia no es solo física, es emocional, es el lazo que poco a poco se debilita cuando no se puede estar ahí, cuando las conversaciones se hacen más espaciadas, cuando los rostros que antes eran cotidianos se vuelven lejanos.


Y aun así, sigo adelante. Porque en medio de la pérdida y la distancia, también hay fortaleza. 

Ser una hija ausente no me define solo por lo que dejé, sino también por lo que he logrado construir. 

Mi vida ha sido una constante adaptación, un equilibrio entre lo que era y lo que soy ahora. 

Y aunque la incertidumbre siempre estará ahí, también está el valor de haberme atrevido a buscar un nuevo horizonte.


En este proceso he aprendido que, aunque el alma se sienta a veces sola, hay una fuerza interior que me ha mantenido firme. Porque al final, ser una hija ausente no significa ser una hija menos. 

Significa que en la búsqueda de una vida mejor, he tenido que dejar atrás muchas cosas, pero no el amor que siento por mi tierra y por los que, aunque lejos, siguen presentes en mi corazón.

Bailar bajo la lluvia

Aprovechando las lluvias que hemos tenido en Guatemala, y que me ha tocado manejar bajo la lluvia, me recordó de singin’n in the rain , esa ...