sábado, 28 de septiembre de 2024

Historia de un Shuco



Hoy rompí una tradición personal que llevaba años respetando: comer en la calle.

¿El motivo? 

Un delicioso shuko. 

Para quienes no conocen este manjar guatemalteco, imaginen un hot dog, pero mejorado al nivel gourmet callejero, con aguacate y repollo, digno de cualquier rey del antojo. 

No podía resistirme.

Así que me preparé para la ocasión: me bañé, me arreglé, ¡hasta me eché un perfume que juraba duraría todo el día! Aunque sinceramente no pensaba comer Shuco este día , pero solo se dio la oportunidad 😅😅

Todo marchaba perfecto, hasta que llegó el gran momento: el encuentro con la carreta de shukos. Mi amigo y yo nos acercamos, el aire estaba lleno de ese aroma irresistible que solo el carbón puede darle a la comida. Parecía que nada podía salir mal. 

Pero... ¿qué creen? Justo cuando estaba más confiada y esperando mi shuko, una nube de humo decidió cambiar mi destino. 

No fue solo un poco de humo, no. Fue un ataque directo y personal. Todo ese aire cargado de olor a parrilla y delicias decidió abrazar mi cabello recién lavado. 

En segundos, mi cabello pasó de oler a perfume a oler como si yo misma hubiera estado cocinando shukos todo el día.

El resto de la tarde, cada vez que movía la cabeza, sentía esa mezcla de humo con champú. Y claro, todo el mundo a mi alrededor parecía notarlo también.

Supongo que, al menos, olía a algo delicioso.

Saludos y bendiciones, Hasta la próxima con más historias callejeras 😅

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