miércoles, 2 de octubre de 2024

No soy una causa perdida

A veces la vida nos lanza desafíos que parecen insuperables. 

Momentos en los que nos preguntamos si aún tenemos lo necesario para continuar, si las oportunidades se han agotado o si simplemente nos hemos quedado atrás en el juego de la vida.

Pero quiero dejar algo en claro hoy: No soy una causa perdida, y si estás leyendo esto, tú tampoco lo eres. Es fácil, demasiado fácil, caer en la trampa de pensar que hemos fallado. Que ya no hay más caminos por recorrer, que no seremos lo suficientemente buenos para aquello que soñamos.

Sin embargo, en el fondo de nuestros corazones, sabemos que “la esperanza no se apaga tan fácilmente”. Esa chispa, aunque a veces pequeña, sigue encendida. Y mientras haya luz, aunque sea mínima, siempre habrá una posibilidad. 

¿Qué significa no ser una causa perdida?

Acá vengo a contestarme a mi misma: Significa que, aunque me haya tropezado, aunque haya días en los que dudo de mí misma, sigo aquí. Aún tengo la capacidad de aprender, de mejorar, de intentar de nuevo.

No me definen los errores del pasado, sino la voluntad que tengo de superarlos.

A veces, nos etiquetamos demasiado pronto. Nos convencemos de que no podemos, de que no somos suficientes.

Pero lo cierto es que cada día es una oportunidad para cambiar esa narrativa.

Cada mañana que nos levantamos, tenemos una nueva oportunidad de crecer, de trabajar en aquello que creemos imposible, de convertir lo improbable en realidad. 

“No soy perfecta”, y está bien. No tengo que serlo.

Mi valor no se mide en lo que otros creen de mí, sino en lo que yo creo de mí misma.

Y hoy, elijo creer que tengo lo necesario para seguir adelante, para cambiar mi historia, para demostrar que “donde algunos ven una causa perdida, yo veo un futuro lleno de posibilidades”.

Porque, aunque a veces el camino parezca oscuro, siempre hay una luz esperando al final. Y esa luz es la esperanza.

Una esperanza que me recuerda que no importa cuántas veces caiga, “siempre puedo levantarme una vez más”.

Gracias por continuar leyendo… por seguir apoyándome 

Saludos y muchas bendiciones 

Cuento : El Silencio que habla . Parte 1



Amaya vivía en una cuidad donde todos los sonidos eran intensos: las bocinas, las conversaciones, las risas, las peleas. Pero había un ruido aun mas ensordecedor, el que solo ella podía escuchar: el silencio que se creaba en cada una de sus discusiones con Emilio.
Su relación era un bucle de emociones. Cada vez que Emilio alzaba la voz, Amaya sentia que una parte de ella se apagaba, y en ese espacio vacío hacia un silencio profundo. Pero ese silencio no era quietud. Era una presencia, una voz sin palabras, que le hablaba cuando el no lo hacia. El silencio se hacia mas grande con cada disculpa que llegaba, con cada promesa rota que quedaba flotando entre ellos.
Amaya trataba de ignorar esa voz muda, convencida de que lo que vivia era simplemente la complejidad del amor. Pero en el silencio se volvio mas nitido, mas urgente, susurrandole lo que no queria oir: que el amor no debía sentirse como una cadena, que las palabras que no se dicen  tambien tienen peso, y que el verdadero amor no te hace callar.
Una noche, después de una pelea que termino en mas silencio, Amaya decidio hacerle caso a la voz. Camino por la cuidad, alejándose del ruido y las luces. Se detuvo en un puente, miro el rio abajo y escucho algo diferente: el susurro del agua fluyendo, como su propio corazón que , aunque lastimado, seguia latiendo con fuerza. Se dio cuenta de que el silencio, ese que siempre había evitado, era en realidad su propio grito de libertad.
Amaya se volvió  a acercar mas al borde del barandal del puente, el rio debajo parecía susurrar su nombre con una calma engañosa. El viento helado le acariciaba el rostro, como una mano invisible que la empujaba a cuestionarse, a mirar dentro de si.
Vale la pena seguir?, se pregunto en voz baja, como si las palabras mismas fueran mas pesadas de lo que podia soportar.
Ser o No Ser, la frase resonaba en su mente como un eco lejano, pero ahora tomaba una forma real, tangible. ¿Ser lo que soy, un reflejo de mis cicatrices, o dejar de ser, terminar con este fuego que quema cada parte de mi alma?
Las lagrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, pero no habia nadie para verlas. Estaba sola, como siempre lo habia estado incluso cuando Emilio la abrazaba. ¿Cobarde? Quiza si. Quiza el verdadero valor es acabar con esto de una vez por todas. Apagar el ruido, el dolor, el sufrimiento que me consume, que me asfixia….
Miro al rio, que corria sin detenerse, y su mente viajo hacia la posibilidad de descansar en esa corriente, de dejar que todo desapareciera. Pero algo dentro de ella, una pequeña chispa, la detenia. Era casi imperceptible, pero estaba ahí. ¿ y si sigo? ¿ Que me espera mas alla de este puente? ¿mas dolor? ¿mas gritos? ¿ o hay algo mas.. ¿ Que tan cobarde seria quedarme y enfrentar lo que venga, en lugar de dejarme caer?
Las dudas la envolvian, cada una como una nube oscura que la cegaba. ¿ Porque deberia quedarme en este mundo? Un mundo caotico sin sentido. ¿Un mundo que solo sabe destruirme?

Amaya respiro hondo y cerro los ojos. El silencio, su viejo compañero volvio. Pero esta vez no la empujaba hacia el vacio. Esta vez le susurraba, casi como una pregunta: ¿ Y si hay algo mas alla de este dolor? ¿ Y si soy mas fuerte de lo que lo que creo?

Esa noche no volvio a casa. No necesitaba palabras ni explicaciones. El silencio habia dicho todo lo que necesitaba oir.

sábado, 28 de septiembre de 2024

Cita con el Artista : Resumen

Hay días que parecen sacados de un libro, donde cada paso que das te lleva a un rincón inesperado, lleno de sorpresas y pequeños momentos que, al final, se convierten en recuerdos imborrables.

Hoy fue uno de esos días, un día que Julia Cameron describiría como una "Cita con el artista", algo que ella explora en *El camino del artista*.

Y así fue mi día: una cita con la vida, con la creatividad, y con las maravillas que a veces se esconden en los lugares más simples.

Comencé mi aventura con algo tan cotidiano como un shuko. Después de años sin comer en la calle, me dejé tentar por ese hot dog guatemalteco mejorado, y aunque terminé con el cabello oliendo a humo, fue un inicio perfecto para un día lleno de encanto.

Después, me encontré caminando ( yo suelo usar una palabra que me causa gracia y lo llamo Vagabundear - dicese de la persona que solo pasea por diversión) 😅por la Sexta Avenida , observando las tiendas chinas repletas de cosas curiosas, y locales de comida, zapatos y ropas todo muy colorido; como si fuera una niña en una juguetería, queriendo llevarme todo.

Entre todo esto, encontré un llavero en forma de zapato de payaso ( les conté esta historia en el blog anterior) que, sin saberlo, se convertiría en mi objeto favorito del día.

Y entre tantas sorpresas, me topé con la muerte. ( también les conté esta historia en el Blog anterior) No de la manera aterradora que solemos imaginar, sino con un disfraz que me hizo verla como una vieja amiga.

Y pensé en cómo la muerte, lejos de ser solo ese final temido, es más bien la compañera silenciosa que camina a nuestro lado. A veces, parece aterradora, pero en realidad, es solo el alivio que llega cuando la vida ha hecho su trabajo. Me tomé una foto con ella, con esa sensación de que la muerte no es enemiga, sino parte de este ciclo mágico en el que todos estamos inmersos.

La feria artesanal fue la última parada un lugar donde mis ojos no podían dejar de brillar. Cada puesto estaba lleno de cositas interesantes, de esas que te hacen pensar que necesitas absolutamente todo, aunque en realidad solo las quieres porque son pequeñas obras de arte.

¿Qué más podía pedirle a la vida? Cada pequeño momento me hizo sentir viva, conectada con la creatividad y con ese lado infantil que todos llevamos dentro.

Y como si el universo supiera que mi día no podía estar completo sin un toque de sorpresa, me encontré con un amigo que no esperaba. Así es la vida, a veces te lleva a lugares y encuentros que nunca imaginaste.

Hoy fue mágico. Amé este día, y no puedo evitar agradecerle a la vida por estos momentos tan raros y maravillosos que me regala.

Y, por supuesto, agradecer también a la muerte, que, aunque siempre esté presente, no deja de recordarnos cuán especial es cada instante. 

Cortos de una Cita con el Artista : El Zapato


Hoy decidí darme una vuelta por la Sexta Avenida, en el corazón del centro de la ciudad de Guatemala. 

No tenía un objetivo claro en mente, solo dejarme llevar por la curiosidad y ver qué tesoros escondidos podía encontrar en los rincones de esta icónica calle. 

Mientras caminaba, entre puestos llenos de todo tipo de cosas —desde ropa hasta artesanías— algo llamó mi atención. Llegué al Edificio Capitol ahí me encontré con la Tienda Carlitos Guatemala ubicada en Los Capitol, tenían muchas cosas curiosas, y bueno me llevé mi kit de Pinta Caritas y algo más ….

No, no fue una camiseta o un collar típico... fue un zapato. Pero no cualquier zapato, ¡era un diminuto zapato de payaso convertido en llavero! 

Al principio pensé: "¿Qué hace esto aquí?" Pero luego me di cuenta de que era justo lo que necesitaba, aunque no lo supiera hasta ese momento. 

Había algo tan encantador y gracioso en ese pequeño zapato colorido, con su forma desproporcionada y ese aire de travesura que me hizo sonreír al instante.

Así que, sin dudarlo, me llevé el llavero del zapato de payaso, que ahora es oficialmente el guardián de mis llaves.

A veces la vida te sorprende con las cosas más inesperadas, y hoy fue un recordatorio de que los pequeños detalles pueden alegrarte el día. 

Cortos de una Cita con el Artista : El día que la muerte fue mi amiga


Hoy tuve un encuentro peculiar en la Sexta Avenida de la Zona 1, está queda en el Centro Histórico de la Cuidad Capital Guatemala: me encontré cara a cara con la muerte. 

Pero no, no es lo que piensan.

En realidad, era un chico disfrazado de la muerte, completo con su túnica negra, guadaña y todo.

Y, por alguna razón, en lugar de sentir miedo o incomodidad, sentí... una extraña familiaridad.

Lejos de la figura aterradora que solemos imaginar, esta versión de la muerte parecía casi amigable, como si quisiera recordarme algo que ya sabía, pero que no siempre tengo presente: que desde el momento en que nacemos, la muerte es nuestra compañera más fiel.

Nos aterra su presencia, pero en el fondo, es lo único seguro que tenemos en la vida. Así que me acerqué, sonreí y me tomé una foto con ella. En ese instante, entendí que, más allá de los temores y los miedos que nos inculcan, la muerte no es nuestra enemiga.

Es parte del ciclo, algo inevitable que debemos aceptar. Y aunque normalmente trato de no pensar mucho en ella, hoy, en la Sexta AVENIDA , tuve la oportunidad de verla con otros ojos: como una amiga que está siempre allí, silenciosa y paciente, esperando su momento. 

Cosas que me gustan pero no necesito


Hoy fui a una tienda china, ya sabes, esas que tienen un sinfín de artículos curiosos, que nunca supiste que existían, pero que en cuanto los ves, te preguntas cómo has vivido sin ellos.

Esa sensación que te da igual a cuando vas a DollarCity y no quieres ni agarrar una carreta, ni una canasta porque dices solo compraré una cosa, y terminas cargando con las manos cosas que ni imaginabas llevar. Las señoritas de las cajas se ponen a reír y les hablo de cómo no quería llevar carreta para no llevar cosas , pero aún así las termino llevando, Se ríen aún más. Me encanta hacer reír a las personas.

O cuando visitas DeMuseo el olor a incienso o Sophos, esa sensación de Libros nuevo por el pasillo.

Mientras caminaba por los pasillos llenos de colores brillantes y etiquetas en idiomas que no entendía, me di cuenta de que mi mente empezó a justificar cada compra absurda. 

Primero, me encontré con una cuchara gigante. No cualquier cuchara, ¡una que fácilmente podría servir para cavar en el jardín! ¿La necesito? No. ¿La quiero? Definitivamente. Ya me imaginaba sirviendo helado con ella en las reuniones familiares o amigos , haciendo que todos se rieran por lo desproporcionado del utensilio. Pero claro, ¿cuántas veces realmente saco helado para un ejército? 

Luego, pasé por la sección de figuritas y, por supuesto, me topé con un gato que mueve la pata. ¡Ese que promete traer la fortuna a la casa! Solo que ya tengo tres de esos, en diferentes colores, pero este... ¡este tenía algo especial! Quizás era el brillo en sus ojos o la promesa de buena suerte que parecía más convincente que las otras.

El colmo fue cuando vi un set de herramientas miniaturas. ¿Qué tipo de mini-carpintería pensaba hacer en casa? No lo sé, pero sentí la necesidad urgente de llevármelas. Seguramente nunca las usaré, pero el hecho de tenerlas me hace sentir lista para cualquier eventualidad... en miniatura, claro. 

Y luego llegas a casa y dices : se me olvidó … ? 

Cortos de Una Cita con el Artista : El Gato entre las nubes





Hoy, mientras seguía atrapada en el tráfico, me di cuenta de que, a veces, los momentos más simples pueden convertirse en los más mágicos. Levanté la vista y vi el cielo teñido de un suave tono gris azulado, y entre las nubes, algo llamó mi atención. 

Una nube, en particular, parecía esconder la silueta de un gato. Sí, un gato, con su cuerpo esponjoso y su cola curvada, como si estuviera durmiendo, flotando sobre el cielo. 

En ese instante, mi mente se llenó de imágenes: me imaginé al gato, ronroneando en el cielo, saltando de nube en nube como si fueran suaves almohadas. Y por un momento, me sentí completamente en paz.

Pensé en cuántas veces pasamos por alto estos detalles, distraídos por las prisas del día a día, y di gracias por estar ahí, en medio del tráfico, teniendo la oportunidad de contemplar algo tan bello y sencillo.

El cielo, el gato de nubes, el atardecer... todo parecía recordarme que, a pesar de las complicaciones y el caos, la belleza siempre está presente, solo tenemos que detenernos y mirar. 




Bailar bajo la lluvia

Aprovechando las lluvias que hemos tenido en Guatemala, y que me ha tocado manejar bajo la lluvia, me recordó de singin’n in the rain , esa ...