Mario Antonio: Nuestra historia termina con el romance fallido entre Shelly y
Baba… (interrupción).
Pablo
Alberto: Espera un momento, ¿Cómo que termina?
Mario
Antonio: Sí, así es, termina.
Pablo
Alberto: Estas equivocado, una historia no debe terminar, debe comenzar.
Mario
Antonio: ¿Quién esta contando tú o yo?
Pablo
Alberto: Eh... (apenado) bueno, tú.
Mario
Antonio: Entonces no te metas en mi historia.
Narrador:
Mario Alberto siguió emocionado narrando su historia. Baba estaba cansado de
estar huyendo y andarse escondiendo por todos lados, estaba cansado de andar de
prisa por su vida y no disfrutar de cada momento, porque siempre tenía peligros
a qué enfrentarse. Ya estaba cansado de no poder conocer a alguien, porque
todos eran comidos, ya sea por el ave caracolera o por los humanos que los
atrapaban para hacerlos ceviches. Estaba triste.
Un
día que estaba escondido en el hueco de una piedra, escuchó a dos babosas
hablar de un lugar que estaba protegido por un gran líder, llamado Bombón.
Pablo
Antonio: ¿Bombón? Espera, ese no es nombre para un líder.
Quién
cuenta la historia, ya estamos claros que yo —replicó Mario Antonio—.
Narrador:
Bombón era un gran líder perruno, que había sido adoptado por una familia en la
gran y hermosa Laguna Verde, ahí estaba la finca, pero Bombón no era un perro
cualquiera, era el guardián y amigo de todos los que llegaban a visitar;
humanos y animales. Pero surgía algo con Bombón, la gente le temía por su
aspecto.
¡Ay
No! Siempre el ser humano juzgando por las apariencias —replicó Pablo Alberto—.
—Mario
Antonio se quedó viendo seriamente a
Pablo Alberto y siguió relatando su Historia—.
Aunque
él era noble, y con un gran corazón, los animalitos del lugar le temían, y por
ende los humanos también. y fue en ese momento a la llegada de Bombón que el
Santuario de los Caracoles nació. Aunque los animalitos sabían que Bombón los protegía
y no se los iba a comer.
Shelly
era una hermosa caracola, que al igual que nuestro buen amigo Babas, andaba
huyendo, cuando escuchó de unas mariposas que murmuraban del santuario que
tenían los caracoles. Temerosa se acercó y preguntó: ¿Saben dónde
queda?
Una
de las mariposas le dijo: ¿Dónde, queda qué?
Shelly:
El Santuario de los Caracoles.
La
mariposa agregó: Antes de llegar al pantano, verás una estructura rara de
metal, que se encuentra en el agua, pero tú nunca llegarás, tomarían 100 años
de caracol —y rio burlándose de Shelly—.
Una
de las mariposas que atenta escuchaba, le dijo en tono de regaño: ¡No sea mala! y en tono alegre
dijo: yo sé cómo te será fácil llegar, hay unos patos que son vegetarianos, no
te comen, y ellos pueden llevarte en su lomo, nos tomará un día llegar con
ellos, pero valdrá la pena el viaje ¡ya verás!
Shelly:
¿Tú me llevarás?
¡Claro
que sí! —dijo la mariposa sonriente y feliz—.
—Empezó
la travesía con los patos vegetarianos, el viaje fue difícil, estaba lloviendo
a cántaros, el viento rugía tan fuerte que daba miedo solo de pensarlo y
contarlo, el viaje duró más de lo que pensaban; pero al final llegaron con los
patos.
La
mariposa voló a donde estaba un pato muy contento comiendo algas, y le dijo—:
disculpa que te moleste a la hora de tu comida, tú podrías por favor llevarnos
al Santuario de los Caracoles, bueno, no es para mí, es para mi amiga Shelly,
la caracola.
El
joven pato la vio y le dijo: claro, ¿Qué me darás a cambio?
No
tengo nada —dijo la mariposa— pero puedo darte las gracias, y te puedo decir
que en el santuario encontrarás muchas algas tiernas y frescas.
Al
pato le gustó la idea y emprendieron nuevamente el viaje al santuario. Otra vez
el clima no estaba bien. Lograron su cometido y por fin llegaron. Shelly llegó,
estaba feliz, encontró a muchos de los suyos ahí, pero todos tenían pareja y ella
no, encontró a su prima, ¡y festejaron!
Nuestro
buen amigo el pato, se quedó unos días, disfrutando de las algas tiernas y
frescas del lugar.
Pablo
Alberto: ¿Y la historia de amor entre Shelly y Baba? amor a primer caracol.
Mario
Antonio: ¡Ah! esa es otra historia.