lunes, 21 de abril de 2025

Papa Francisco: ¿Quién Soy yo Para Juzgar ?




Hoy, el mundo despide a Jorge Mario Bergoglio, el hombre que se convirtió en Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia Católica. 

Su muerte, ocurrida en la Casa Santa Marta del Vaticano a las 7:35 a.m. (hora de Roma), marca el final de una era profundamente humana y reformadora en el corazón de una de las instituciones más antiguas del mundo.


Un Papa Inesperado

Nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1936, hijo de inmigrantes italianos, Bergoglio fue un hombre de silencios y convicciones. Cuando fue elegido el 13 de marzo de 2013, pocos lo conocían fuera de América Latina. Sin embargo, su primera aparición en el balcón de San Pedro —sin mitra, pidiendo una oración por él antes de bendecir al pueblo— fue una señal clara: algo iba a cambiar.

Francisco no quiso vivir en el lujoso Palacio Apostólico. Prefirió quedarse en la residencia de Santa Marta. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat modesto. Evitó los excesos, y cada gesto suyo fue un acto simbólico de cercanía, humildad y sencillez evangélica.

Un Pastor con Alma de Pueblo

Durante su pontificado, Francisco viajó a más de 50 países, llevando consuelo a los olvidados del mundo: los migrantes en Lampedusa, los refugiados en Lesbos, las víctimas del conflicto en Irak, los indígenas de la Amazonía, los pobres de África, los encarcelados, los niños, los ancianos y los enfermos.

No temía tocar heridas. Besaba leprosos, lavaba los pies de reclusos, abrazaba a los últimos con una ternura que trascendía cualquier protocolo. 

Su frase más recordada: “¿Quién soy yo para juzgar?” —al referirse a personas homosexuales que buscan a Dios— dio la vuelta al mundo, rompiendo silencios incómodos y abriendo nuevas puertas al diálogo.

Un Papa con Fortaleza y Dolor

Francisco no fue un papa perfecto. Fue criticado por sectores conservadores que consideraron sus reformas como amenazas al orden tradicional. Se le señaló también por no haber actuado con suficiente dureza en algunos casos de abusos dentro de la Iglesia, aunque impulsó medidas históricas para combatirlos.

Su salud se fue deteriorando en los últimos años. Problemas de movilidad, una cirugía intestinal y varios episodios de bronquitis lo pusieron en la mira de rumores sobre su renuncia. Pero él persistió, llevando su cruz con discreción, entregando hasta el último suspiro.

Un Legado Ineludible

Francisco nos deja un legado marcado por su incansable defensa de los pobres, su lucha por la ecología con la encíclica Laudato Si’, y su llamado constante a la fraternidad humana, especialmente en un mundo dividido por guerras, polarización y odio.

Reformó parte de la curia, abrió el debate sobre el rol de la mujer en la Iglesia, apoyó caminos sinodales más horizontales y apostó por la sinodalidad como una nueva forma de caminar juntos, con diálogo y discernimiento.


El Hombre que se esforzó por vivir su Religión 

No fue un santo inmaculado. Fue un hombre. Uno que se equivocó, que sufrió, que cargó culpas, pero también uno que amó intensamente a Cristo y al prójimo. Un hombre que nos recordó, con su vida, que el Evangelio se vive, no se predica desde tronos de oro.

Hoy el mundo llora, pero también agradece. Porque en una época marcada por el ruido y la indiferencia, Francisco nos habló con gestos silenciosos, con ternura profunda, y con la firmeza de quien sabe que servir es el mayor acto de liderazgo.

Agregó las palabras de mi amiga Vivi al hablarle que aún estaba dándole forma a este artículo ella me envió este mensaje : Él fue un buen hombre que se esforzó por hacer cosas buenas .

Que descanse en paz, el Papa de los puentes, el pastor de los pobres, el padre de los últimos.


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