Hoy quiero hablar de un sentimiento que a veces nos consume por completo: la frustración.
Ese estado donde todo parece detenido, donde nuestras fuerzas parecen inútiles y donde el horizonte se difumina en una niebla espesa que nos impide ver un camino claro. Estoy en ese lugar ahora mismo.
Siento que estoy luchando con todas mis fuerzas, pero el mundo parece no moverse. Trabajo, intento, empiezo, me detengo, y todo parece caer en un bucle interminable que no lleva a ninguna parte. Hay días en los que me pregunto: ¿para qué seguir? ¿Por qué seguir invirtiendo tiempo, lágrimas y energía si los resultados parecen tan lejanos?
Hoy lloré. Lloré porque sentí que no estaba avanzando, porque la carga de mis propios sueños se hizo demasiado pesada para llevarla sola. Lloré porque la voz en mi interior, esa que normalmente me motiva, se quedó en silencio, dejando espacio a las dudas y los miedos.
¿Te ha pasado alguna vez? Sentir que todo lo que haces no es suficiente. Que por más que te esfuerces, el muro frente a ti sigue siendo alto, inquebrantable, indestructible. Es como remar contra la corriente sin ver una orilla a la que llegar.
El diálogo interno que duele
En esos momentos, es fácil caer en el autoataque. Me digo cosas que jamás le diría a alguien más: "No eres suficiente. Esto no es para ti. Nunca lo lograrás." Cada palabra es una piedra que me cargo a la espalda, haciéndome sentir aún más pequeña, más incapaz.
Pero aquí estoy, escribiendo estas palabras desde ese mismo lugar de frustración. Porque aunque me siento perdida, sé que necesito expresar lo que hay en mi corazón. Si no lo saco, si no lo convierto en palabras, el peso de estos sentimientos se volverá insoportable.
¿Qué hago con esta sensación?
No tengo respuestas mágicas. No tengo una solución inmediata. Pero algo que sí tengo es un pequeño destello, una chispa que aún no se apaga por completo. Es una voz tenue que me dice que, aunque hoy me sienta atrapada, este sentimiento no durará para siempre.
La frustración, me recuerdo, es una señal de que estoy intentando, de que estoy avanzando, aunque no lo parezca. Tal vez no vea los resultados ahora, pero cada esfuerzo que hago es una semilla plantada. Y las semillas no germinan de un día para otro; necesitan tiempo, cuidado y paciencia.
Una pequeña promesa
Hoy, me prometo esto: aunque me sienta perdida, aunque las lágrimas sigan cayendo, no voy a detenerme. Me daré permiso para descansar, para sentirme vulnerable, pero no voy a abandonar este camino. Porque sé que, en algún lugar, el sol está esperando para salir, aunque ahora no lo vea.
A quienes se sientan como yo en este momento, quiero decirles algo: no están solos. No somos los únicos en esta tormenta, y aunque ahora parezca interminable, la marea siempre cambia. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero llegará un momento en que miraremos hacia atrás y veremos cuánto hemos avanzado, incluso cuando pensábamos que estábamos estancados.
Así que aquí sigo, atrapada en mi tormenta, pero con la pequeña certeza de que aún puedo encontrar el rumbo. Y tú también puedes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario