domingo, 6 de octubre de 2024

Las expectativas invisibles


 A lo largo de nuestra vida, creamos expectativas, casi sin darnos cuenta. 

Creamos expectativas de las personas, de las organizaciones, de las instituciones, de nuestros propios trabajos, de nuestros amigos, conocidos, personas y nuestra propia vida.

Aunque todo es relativo, verdad ? Eso nos dicen. 

Están ahí, invisibles pero siempre presentes, dictando cómo creemos que deberían ser las cosas: las personas que nos rodean, las oportunidades que encontramos, los caminos que elegimos. Las tejemos con hilos de ilusiones y esperanzas, entrelazando nuestras emociones con el deseo de que todo encaje a la perfección.

Pero que pasa cuando los hilos se rompen ? Los hilos se rompieron hoy ? El corazón, que había confiado en una idea, se encontró con la realidad cruda: las personas, las organizaciones, no siempre son como las imaginamos. Porque están hechas de humanos, y los humanos, por naturaleza, fallan. Se equivocan, olvidan, y a veces, sin intención, hieren.


Es fácil idealizar, especialmente cuando necesitamos algo en lo que creer. Es reconfortante pensar que las personas actuarán como esperamos o que las circunstancias fluirán de acuerdo con nuestros planes. Pero cuando ese ideal se desvanece, lo que queda es el dolor de un corazón que había apostado todo a una imagen que no era real.


Te han dicho tienes que ver el trailer de la película antes de verla, tienes que leer la letra pequeña del contrato.

Pero las personas no traen letras pequeñas o trailers, la vida fuera más fácil , verdad ? 

Entonces nos rompemos y ahora, mientras miro las piezas rotas de lo que creía, entiendo que no soy la única que se equivoca. 


Las expectativas nos engañan, nos hacen ver perfección donde solo existe la humanidad. Tal vez la clave está en aceptar que ni las personas ni las organizaciones son perfectas, y en esa aceptación, encontrar un espacio para sanar, para entender que el error también es parte del camino.


En conclusión llegamos que Las expectativas invisibles son como hilos etéreos que, sin darnos cuenta, tejemos alrededor de nuestras esperanzas y deseos. 


A menudo, no las vemos, pero sentimos su peso cuando no se cumplen. Nos atan a ilusiones y escenarios que construimos en nuestra mente, idealizando personas, situaciones o momentos. 


Cuando la realidad no coincide con esas expectativas, el dolor surge de la ruptura entre lo que imaginamos y lo que realmente es. 


Aprender a soltar esas expectativas invisibles nos libera, nos permite aceptar las imperfecciones y encontrar paz en lo impredecible de la vida.

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