Vivimos en una sociedad que, a pesar de predicar la aceptación y el amor al prójimo, no duda en juzgar a los demás por sus creencias o prácticas espirituales. Una de las frases más poderosas que nos dejaron las escrituras es aquella que dice: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Es un llamado profundo a la humildad, un recordatorio de que todos somos imperfectos y que, al juzgar a los demás, olvidamos nuestras propias imperfecciones.
Me han dicho en varias ocasiones que, por no asistir a la iglesia, no tengo una verdadera conexión con Dios o, incluso, que no creo en Él. Pero la realidad es que mi fe no depende de una estructura física o una religión específica. Creo profundamente en un Creador, en una fuerza mayor que trasciende lo que los humanos han querido definir en doctrinas. Algunos lo llaman Dios, otros lo llaman Universo, pero para mí, es la misma esencia. Es esa chispa divina que nos impulsa, que nos da vida y propósito, y que me conecta con algo más grande.
La espiritualidad es una experiencia única y personal. No tiene por qué encajar en moldes predeterminados ni seguir las expectativas de los demás. Y es en esos momentos de incomprensión o juicio donde encuentro refugio en la música. Una canción que ha resonado en mi corazón y que me ha acompañado en estos momentos es “Loosing My Religion” de Lauren Daigle. Esta canción habla de esa sensación de estar perdido en el camino de la fe, de no cumplir con lo que otros esperan, pero al mismo tiempo aferrarse a la esperanza de que existe una verdad más profunda en uno mismo.
Lauren canta:
“I can’t seem to find what’s left of me
I’ve lost my faith, but I haven’t lost my hope.”
Estas palabras tocan algo muy profundo en mí. No se trata de perder la fe en lo que uno cree, sino de perder las expectativas que los demás imponen sobre ti. Porque, al final, la verdadera conexión con lo divino no necesita ser validada por ninguna institución, ninguna persona, ni mucho menos por aquellos que te juzgan.
En lugar de lanzar piedras, deberíamos reflexionar sobre nuestras propias acciones y buscar en nuestro corazón el respeto y la empatía. No sabemos lo que cada persona está viviendo en su camino espiritual, ni las luchas internas que enfrenta. Como dice la frase: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Es un llamado a no juzgar, sino a comprender.
Creo en un Creador, en una energía mayor que nos guía y acompaña, sea como sea que decidamos llamarla. Y no necesito asistir a una iglesia para sentir esa conexión, porque la fe está en el corazón, en el acto de amor hacia los demás, en la esperanza que mantenemos viva, incluso en los momentos más oscuros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario