domingo, 6 de octubre de 2024

El ladrón del tiempo y los hilos rojos del destino

 


En un rincón oculto del universo, donde los relojes no tienen manecillas y los segundos se deslizan como arena en el viento, habita el Tiempo, un ladrón astuto y juguetón. Se desliza entre los pensamientos, invisible a los ojos, pero siempre presente, susurrando en cada tic-tac y en cada respiro que damos.

El Tiempo no es un villano común, es un tramposo que juega sucio. Le gusta robar lo más preciado sin que te des cuenta, dejándote con la sensación de que algo se te ha escapado, de que llegaste un poco tarde. Con su sombrero ladeado y una sonrisa maliciosa, se deleita en torcer los hilos rojos del destino, aquellos que conectan las almas y los momentos. Cada hilo es frágil, y él lo sabe. Los entrelaza y desata con destreza, creando nudos que no puedes desenredar, y a veces, cuando te atreves a mirar de cerca, ya es demasiado tarde.


Un día el Tiempo decidió jugar sucio conmigo. Se llevó seis minutos, nada más y nada menos. Seis minutos que parecían insignificantes hasta que me di cuenta de su poder. En esos seis minutos, él robó una oportunidad, me cerró la puerta y dejó que los hilos del destino se enredaran en mis pies, haciéndome tropezar. Y así, caí en su juego.


Intenté correr tras él, gritando que me devolviera lo que me había quitado. Pero el Tiempo nunca escucha. Solo se ríe, mientras teje nuevos caminos con los hilos que manipula, caminos que a veces parecen no llevar a ningún lado. 


Lo que el Tiempo no sabe es que, aunque me duela, aunque las lágrimas caigan al suelo, esos hilos rojos aún están en mis manos. 


Los llevo conmigo, como un recordatorio de que no importa cuántas veces el ladrón del tiempo intente jugarme sucio, seguiré luchando para desenredar mi destino, un nudo a la vez.

Duele el alma porque no puedes regresar atrás no hay un Back to the Future o un Back to the Past .

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