lunes, 5 de agosto de 2024

Encontrando el Amor en el Desamor

Alguna vez se han puesto a preguntar :

Cuando terminamos una relación, Matrimonio, Noviazgo, Amigos con Derechos, cómo quieran llamarle, nos peleamos con el Amor, y realmente con quien debemos pelear si es que tenemos que pelear con el alguien o si queremos pelear es con la persona que nos dejo de amar, y surgen estas canciones muy famosas YO NO NACI PARA AMAR.. NADIE NACIO PARA MI...

El Amor no es fácil, porque nadie da lo que no tiene... y como dice Arjona:

El amor es la arrogancia de aferrarse a lo imposible
Es buscar en otra parte lo que no encuentras en ti

Después de una ruptura, nos encontramos cuestionando la esencia misma del amor. ¿Con quién deberíamos estar realmente molestos? Nos dejamos llevar por la idea de que, si una relación termina, el amor nos ha fallado. Sin embargo, en realidad, no es el amor el que nos ha abandonado, sino la persona con la que compartíamos ese amor.

Cuando terminamos una relación, ya sea un matrimonio, un noviazgo o incluso una amistad con derechos, tendemos a cantar aquellas canciones de desamor que parecen capturar perfectamente nuestro estado de ánimo: "Yo No Nací Para Amar" . Estas cancion, aunque conmovedora, nos hacen pensar que el amor es algo que nos elude, algo que tal vez nunca encontraremos. Pero, ¿es realmente el amor el culpable de nuestro dolor?

El amor, por su naturaleza, es complejo. No es fácil porque, como dice la frase popular, "nadie puede dar lo que no tiene". Esto nos lleva a reflexionar sobre lo que esperamos del amor y lo que realmente aportamos a nuestras relaciones. Como dice Ricardo Arjona, "el amor es la arrogancia de aferrarse a lo imposible", una búsqueda constante de algo que quizás solo podamos encontrar en nosotros mismos.

El desamor nos ofrece una oportunidad única: la posibilidad de encontrar el amor verdadero en medio de la decepción. Este amor no siempre viene de otra persona, sino que puede ser un amor propio, un reconocimiento de nuestro valor intrínseco y de lo que realmente necesitamos para ser felices. Cuando aceptamos que el amor es más que una relación romántica, comenzamos a ver el desamor como una etapa de crecimiento personal y no solo como una pérdida.

En lugar de pelearnos con el amor o con quien nos dejó de amar, podemos usar el desamor como un catalizador para entendernos mejor, para buscar en nuestro interior aquello que nos completa. Al final del día, el amor más importante que podemos encontrar es el amor por nosotros mismos, y eso nunca nos abandonará.

Muchas gracias por seguir leyendo , bendiciones 




La Búsqueda de la Eterna Juventud en el Amor

 En la búsqueda del amor verdadero, a menudo escuchamos la frase: "Busca a alguien con quien puedas envejecer." 

Esta idea sugiere estabilidad y longevidad, el ideal de una relación que perdura a lo largo del tiempo.

Sin embargo, quizá estemos perdiendo de vista algo fundamental: la importancia de encontrar a alguien con quien podamos seguir siendo niños.

La vida adulta trae consigo responsabilidades, estrés, y una rutina que puede apagar la chispa de la espontaneidad. En medio de este torbellino, encontrar a alguien que despierte nuestro niño interior es invaluable.

Un compañero que nos invite a jugar, a reír sin razón aparente, y a ver el mundo con ojos de asombro, puede ser una fuente inagotable de felicidad y conexión.

Ser niño no implica irresponsabilidad o inmadurez; se trata de mantener viva la curiosidad y la capacidad de maravillarse ante las pequeñas cosas. Se trata de dejar espacio para el juego y la creatividad, incluso en los días más ocupados.

Una relación que fomente esta actitud no solo nos rejuvenece, sino que fortalece el vínculo con nuestro compañero. Además, al seguir siendo niños juntos, cultivamos un ambiente donde la comunicación es honesta y libre de juicios.

Los niños no tienen miedo de expresar lo que sienten y piensan, y al adoptar esta mentalidad, podemos mejorar nuestra capacidad de escuchar y entender al otro sin prejuicios.

Buscar a alguien con quien seguir siendo niño es un recordatorio de que la vida no tiene que ser siempre seria.

Podemos encontrar alegría en los momentos cotidianos, transformando lo ordinario en extraordinario simplemente compartiéndolo con alguien que valora la esencia lúdica de la existencia.

Por tanto, en la búsqueda del amor, no solo busquemos a alguien con quien envejecer, sino a alguien que nos invite a mantener la frescura y la vitalidad de nuestra juventud interna.

En esta dualidad, descubrimos el secreto para una vida plena y un amor duradero, donde el paso del tiempo no es una carga, sino una aventura compartida. 

Gracias por seguir leyendo este blog, muchas bendiciones,



domingo, 4 de agosto de 2024

En la Delgada Línea Entre la Vida y la Muerte

La experiencia de estar en un hospital, especialmente cuando se enfrenta una operación complicada, es una confrontación directa con nuestra propia fragilidad. 

Durante mi reciente hospitalización, mientras esperaba ser llevada al quirófano, me invadió un pensamiento abrumador: ¿y si no despierto? Esta reflexión me llevó a comprender cuán delgada es la línea entre la vida y la muerte cuando uno está en un hospital.

La vida cotidiana nos envuelve en una rutina que a menudo nos hace olvidar lo efímero que puede ser todo. Sin embargo, en el hospital, el tiempo parece detenerse.

Cada sonido, cada luz parpadeante de las máquinas, y cada susurro en el pasillo se amplifican, recordándonos que la vida es tan frágil como preciosa.

El hospital es un lugar donde se celebran nacimientos y se lloran despedidas, un espacio donde la ciencia y la fe coexisten en un intento de mantenernos en este lado de la línea.

Durante esos momentos de espera y reflexión, uno se da cuenta de que la vida es un regalo que a menudo damos por sentado.

Nos enfocamos en las preocupaciones diarias y olvidamos lo importante que es valorar cada instante. Al enfrentar la posibilidad de la muerte, uno comienza a apreciar lo que realmente importa: las conexiones humanas, el amor y los momentos compartidos.

Mi experiencia en el hospital me enseñó que la vida no se mide por los años vividos, sino por la intensidad con la que amamos y somos amados. Me recordó que, aunque el destino final es inevitable para todos, lo que realmente importa es cómo elegimos vivir cada día hasta que ese momento llegue.

Al salir del hospital, renací con una perspectiva renovada. La línea entre la vida y la muerte es delgada, pero nos da la oportunidad de cruzar de vuelta al lado de la vida con un corazón agradecido y una determinación para vivir plenamente.

Porque, en última instancia, la verdadera medida de la vida es el impacto que dejamos en los demás y la alegría que encontramos en cada día. 




Vive Mañana

Queridos amig@s, Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión, basada en una frase que ha resonado en los corazones de muchos: 

"Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre." Estas palabras, aparentemente sencillas, encierran una sabiduría inmensa.

Nos invitan a abrazar la vida con una pasión ardiente y un hambre insaciable por el conocimiento.

Pero, ¿qué significa realmente vivir como si fuéramos a morir mañana? Significa apreciar cada momento, valorar cada interacción, y no dar nada por sentado.

Nos insta a perseguir nuestros sueños con determinación, a resolver nuestros conflictos con amor y a no posponer la felicidad para un futuro incierto.

Cada día es un regalo, un lienzo en blanco esperando ser pintado con las experiencias, los amores, los desafíos y las victorias de nuestra existencia.

Vivir con esta intensidad no solo nos permite disfrutar plenamente de la vida, sino que también nos da la fuerza para enfrentar la adversidad con una sonrisa, sabiendo que cada día vivido plenamente es un día bien vivido.

Por otro lado, aprender como si fuéramos a vivir para siempre nos impulsa a mantener nuestra curiosidad viva, a buscar constantemente nuevas oportunidades para crecer y desarrollarnos.

La vida es una escuela interminable, y cada experiencia, buena o mala, es una lección que nos prepara para el siguiente capítulo de nuestra historia. El aprendizaje no se limita a los libros y las aulas; está en cada rincón de nuestra vida cotidiana. Está en las conversaciones con personas de diferentes edades y culturas, en los errores que cometemos y en los éxitos que celebramos.

Cada día nos ofrece una nueva oportunidad para aprender algo nuevo y, al hacerlo, enriquecer nuestra existencia y la de quienes nos rodean.

Vivir como si fuéramos a morir mañana nos da el coraje para ser valientes y auténticos, mientras que aprender como si fuéramos a vivir para siempre nos llena de sabiduría y perspectiva.

Al combinar estos dos enfoques, podemos llevar una vida rica y significativa, una vida que no solo cuenta los días, sino que hace que cada día cuente.

Así que, amigos míos, salgamos hoy de este lugar con el firme propósito de vivir y aprender de esta manera.

Que cada día sea una nueva oportunidad para vivir intensamente y aprender constantemente.

Porque, al final del día, no es la cantidad de años en nuestra vida lo que importa, sino la cantidad de vida en nuestros años. 

Agradezco por seguir apoyando este blog , 

Muchas gracias y bendiciones 




viernes, 2 de agosto de 2024

Carta Para Mi : Rehabilitación / Me siento Culpable

Sentirse culpable por estar enferma y tener un proceso de rehabilitación prolongado es una carga emocional que puede ser difícil de manejar. 

Asi lo sentí y he estado trabajando en ese sentimiento durante todo este proceso post-operatorio.

Querida Yo , Quiero que tomes un momento para leer estas palabras y recordar lo importante que eres. 

Es natural sentirse culpable por estar enferma, especialmente cuando el proceso de rehabilitación es largo y desafiante. 

Pero quiero que sepas que tu salud y bienestar son lo más importante, y que no tienes por qué sentirte culpable por cuidar de ti misma.

Tu cuerpo ha pasado por mucho, y necesita tiempo para sanar. 

Este tiempo de recuperación no es un signo de debilidad, sino una muestra de tu valentía y determinación. 

Has enfrentado desafíos que muchos no pueden imaginar, y aún así, aquí estás, luchando por tu bienestar.

Es fundamental que te permitas este tiempo para sanar sin sentir culpa.

Cada día de rehabilitación es un paso hacia una mejor versión de ti misma, una versión que es más fuerte y más consciente de sus límites y capacidades.

Recuerda que cuidar de tu salud no solo es un acto de amor propio, sino también una responsabilidad que tienes contigo misma y con aquellos que te quieren y te apoyan.

Es posible que sientas que estás siendo una carga para los demás, pero quiero que recuerdes que quienes te aman están a tu lado porque se preocupan por ti y quieren verte bien.

Permitir que te cuiden es también un acto de amor, y es importante que te abras a recibir ese amor y apoyo sin sentirte culpable.

Durante estos 90 días, ( no se si en este momento que leas esto pases más tiempo de lo que esperabas ) permítete descansar, sanar y crecer.

Usa este tiempo para reconectarte contigo misma, para reflexionar sobre tus sueños y objetivos, y para recordar que tu valor no disminuye por estar en un proceso de recuperación.

Eres valiosa tal como eres, en este momento y siempre. No olvides que este tiempo de rehabilitación es solo una parte de tu viaje, y que cada día te acerca más a tu recuperación completa.

Mantén la esperanza, sigue adelante con determinación y no dudes en pedir ayuda cuando la necesites.

Con mucho cariño y aprecio,




martes, 23 de julio de 2024

La rehabilitación postoperatoria no es como la pintan en las Peliculas

Siento que la rehabilitación va lenta y hay un gran camino por recorrer, la realidad es que es dolorosa, agotadora y a menudo frustrante.
La rehabilitación no es como la pintan , estás todo el día en cama o echado como dicen , y viendo TV todo el día . La rehabilitación postoperatoria es dolorosa, cansada, frustrante , decepcionante, te pones triste , pero hay esperanza al final del agonía tal vez solo estoy siendo dramática 😅😅 pero en el drama hay mucha verdad. No lo creen?

En lugar de gloriosos momentos de avance, te encuentras pasando la mayor parte del día en la cama, como un espectador obligado en un maratón de televisión interminable.

Hay días en los que la tristeza y la decepción parecen llenar cada rincón de tu habitación. Sin embargo, en medio de toda esta agonía, hay un destello de esperanza que brilla en la distancia.

Sí, puede que esté siendo un poco dramática, pero es en esos momentos de drama donde encontramos la verdadera esencia de nuestra fuerza. 

Así que he pintado de dos maneras este proceso que voy viviendo: 

La rehabilitación es como escalar una montaña alta y escarpada, donde cada paso es un esfuerzo consciente y cada respiro es una batalla ganada.
Al inicio, la cumbre parece inalcanzable, envuelta en nubes de incertidumbre y dolor.
Cada día trae consigo un nuevo reto, un nuevo obstáculo que enfrentar. 
El avance es lento, a veces casi imperceptible, y el camino parece interminable.
Sin embargo, con cada pequeño ascenso, el horizonte se amplía un poco más, y la vista se vuelve más clara.

Cada paso, por pequeño que sea, es una victoria, una señal de que la cumbre, aunque lejana, está ahí, esperando.
Y así, con paciencia y determinación, el viajero avanza, sabiendo que cada esfuerzo lo acerca un poco más a la cima, donde la luz de la recuperación finalmente brillará plena y victoriosa. 

La rehabilitación postoperatoria es como un amanecer tras una larga noche de tormenta.
Al principio, el horizonte parece distante y oscuro, con nubes de dolor y agotamiento cubriendo cada paso.
Pero a medida que los días avanzan, cada rayo de sol representa un pequeño triunfo: un paso más sin dolor, una noche de sueño más tranquila, un gesto amable de apoyo.
Es un viaje de renacimiento, donde el cuerpo y el alma se regeneran lentamente, encontrando fuerzas en las pequeñas victorias cotidianas.
Como una flor que se abre tímidamente al calor del sol, así se despliega el espíritu, volviendo a florecer con cada nuevo amanecer, con cada nuevo intento, hasta que finalmente, la tormenta es solo un recuerdo y la vida resplandece con nueva luz y esperanza.

Al final, cada pequeño paso, cada sonrisa robada a un día gris, nos lleva más cerca de la luz al final del túnel, recordándonos que la recuperación, aunque lenta y difícil, también es una promesa de renovación y fortaleza.




Me traicione

En el jardín de mi alma, fui la jardinera que dejó que las flores se marchitaran.

Descuidé el cuidado diario, permitiendo que las malas hierbas del desdén y la indiferencia ahogaran los brotes de esperanza y amor propio.

Caminé por senderos olvidados, ignorando las señales de advertencia que clamaban por atención.

En el espejo de la vida, me volví una sombra borrosa de lo que una vez fui, un eco distante en un vasto y vacío abismo.

Las raíces de mi ser, hambrientas y sedientas, buscaron en vano el sustento que yo misma les negué.

Y así, me abandoné, convirtiéndome en una figura perdida en el laberinto de mi propio descuido, esperando el día en que la luz de la autocompasión ilumine nuevamente mi camino.

En el vasto desierto de mi existencia, me convertí en un nómada sin rumbo, ignorando los oasis de cuidado propio que encontré en el camino.

Dejé que el sol abrasador de la autocrítica quemara la piel de mi autoestima, mientras caminaba ciegamente hacia un horizonte lejano y vacío.

Las noches frías del desánimo se convirtieron en mi compañía constante, mientras la luna de mis sueños se desvanecía detrás de nubes de indiferencia.

En lugar de construir refugios de autocompasión y cuidado, permití que las tormentas de la duda y el abandono erosionaran las bases de mi ser.

Así, me abandoné a mí misma, convirtiéndome en un viajero perdido en el desierto de la propia desatención, esperando el amanecer de una nueva esperanza.



Bailar bajo la lluvia

Aprovechando las lluvias que hemos tenido en Guatemala, y que me ha tocado manejar bajo la lluvia, me recordó de singin’n in the rain , esa ...