No todos los días vamos a sentirnos fuertes.
A veces, la vida nos sobrepasa.
Las responsabilidades, los problemas, los miedos, la ansiedad… todo parece un peso muy difícil de cargar.
Nos han enseñado que debemos ser fuertes siempre, que debemos resolverlo todo por nosotros mismos, que mostrar debilidad es un error.
Sin embargo, hay días en los que simplemente no podemos más.
Pero aquí está la belleza de la fe, de la confianza y del amor verdadero: no siempre tienes que ser tú quien sea fuerte.
Hay alguien que sí lo es. Alguien que siempre tiene los brazos abiertos para ti.
alguien puede tener distintos nombres según tu creencia:
Dios, el Universo, el Amor Infinito, tu Fuerza Interior, o simplemente esa presencia que sientes cuando cierras los ojos y respiras profundo.
Cada día, incluso en los más oscuros, puedes correr a esos brazos.
Puedes soltar, llorar, rendirte… y allí, en ese refugio invisible, encontrarás descanso. Porque no se trata de evitar los días difíciles, sino de recordar que no estás sola, que siempre puedes apoyarte en algo más grande que tú.
Cuando tu corazón pese, repítete:
• Hoy no tengo que ser fuerte, porque hay alguien que sí lo es por mí.
• Puedo descansar y confiar.
• No estoy sola en esta batalla.
La verdadera fortaleza no es cargarlo todo sola, sino saber a quién acudir cuando ya no puedes más.
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