Hay una tristeza que no se ve…
Una que no se nota en la piel, pero que duele en el alma.
Es la tristeza del coraz贸n.
Esa que llega en silencio, cuando perdemos a alguien que amamos.
Esa que se instala sin pedir permiso cuando todo parece ir mal,
cuando la vida cambia de rumbo sin previo aviso,
cuando el dolor se vuelve tan intenso que ning煤n abrazo, ning煤n paisaje, ning煤n sonido en esta tierra puede consolarnos.
A veces, simplemente estamos de pie, respirando con el pecho lleno de algo que no sabemos c贸mo explicar.
Y seguimos adelante. Porque as铆 es la vida.
Pero qu茅 valiente es el coraz贸n que sigue latiendo a pesar de estar roto.
Qu茅 admirable es el alma que decide levantarse cada ma帽ana con l谩grimas en los ojos y fe en el coraz贸n.
Porque sabemos algo que el mundo no siempre entiende:
la fuerza no viene de nosotros.
La fuerza viene de lo alto.
Viene de Dios, nuestro Padre Celestial.
Es 脡l quien nos sostiene en esos d铆as en los que apenas podemos hablar.
Es 脡l quien nos consuela cuando nadie m谩s puede hacerlo.
Y aunque no podamos verlo, lo sentimos… en ese peque帽o susurro que nos dice:
“No est谩s sola, hija. Estoy aqu铆.”
Y as铆, con el coraz贸n triste pero con esperanza, seguimos caminando.
No por inercia, sino por amor.
Por los que est谩n a nuestro lado.
Por los que nos aman.
Y por ese Dios que, incluso en medio de la tristeza, nos da la fuerza para dar esa milla extra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario