Hay personas que llegan como faros en la oscuridad.
No hacen ruido, no buscan protagonismo, simplemente están.
Y su presencia, lejos de opacarnos, nos impulsa a brillar.
Porque la verdadera luz no es la que encandila, sino la que enciende.
El reflejo de la luz ajena no es suficiente
Por mucho tiempo, algunos buscan desesperadamente que otros los iluminen, olvidando que la llama más poderosa está dentro.
Pero, a veces, necesitamos a alguien que nos lo recuerde.
Esa persona adecuada no es quien te hace depender de su luz, sino quien te guía a descubrir la tuya.
Maestros de vida disfrazados de encuentros
En palabras de Wayne Dyer, “las personas que llegan a nuestra vida son espejos; nos muestran lo que necesitamos aprender o liberar”.
Y Louise Hay agregaría: “el amor verdadero empieza por el amor propio”.
Las personas adecuadas no te completan, te inspiran a completarte tú mismo.
Señales de que alguien te ayuda a brillar
• Te anima a creer en ti, incluso cuando dudas.
• Celebra tus logros sin competir.
• Está contigo sin intentar cambiarte.
• Te confronta con amor cuando te alejas de tu esencia.
• Te impulsa, no te retiene.
Conclusión: luz compartida, no dependiente
Cuando la luz se comparte, se multiplica.
Y cuando alguien te enseña a brillar, te está regalando una de las formas más puras de amor.
Recuerda: no estás aquí para vivir a la sombra de nadie, sino para iluminar tu propio camino y, en ese andar, inspirar a otros también.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario