Nos han vendido la idea de que la crisis de la mediana edad es ese momento en el que todo se tambalea, cuando los años empiezan a pesarte y los sueños parecen haber caducado.
Se habla de ella como si fuera una tormenta inevitable, un punto de quiebre lleno de frustración y arrepentimientos.
Pero, ¿y si en realidad fuera todo lo contrario?
Michelle Poler, en su libro Hola, Miedos, nos ofrece una perspectiva completamente diferente. Habla de la mediana edad como el instante en que muchos comienzan a cuestionar por primera vez las decisiones que tomaron en el pasado. Ya no desde el deseo de encajar o complacer, sino desde el anhelo profundo de descubrir quiénes son realmente.
🌻 “La mediana edad suele ser la etapa en la que los humanos empiezan a darse cuenta de que las decisiones que tomaron en el pasado estuvieron motivadas por la necesidad de cumplir expectativas ajenas…”
Y es que llega ese momento en la vida donde ya no basta con vivir en piloto automático. Donde ya no se trata de sobrevivir o cumplir con una lista ajena, sino de vivir desde la verdad, desde lo que resuena con el alma. Donde te preguntas: “¿Esto es lo que realmente quiero o lo que me enseñaron a querer?”
Algunas personas, como bien señala Michelle, toman decisiones radicales: se hacen un tatuaje, aprenden a pintar, viajan solas, se cambian de carrera o simplemente deciden dejar de complacer a todos menos a sí mismas. Otros aún viven adormecidos por el ruido de las expectativas sociales, criticando a quienes sí se atreven a hacer algo diferente.
Pero la realidad es que la mediana edad no es una crisis, es un despertar. Es el renacer de una versión más consciente, más sabia y más auténtica de ti.
Y aquí viene la pregunta más importante:
¿Quién eres hoy, en este momento de tu vida, sin etiquetas, sin títulos, sin roles impuestos?
Este artículo no es una receta ni una guía paso a paso. Es una invitación amorosa a mirar hacia adentro y hacer las paces con lo que fuiste, lo que eres y lo que aún puedes llegar a ser.
Es el recordatorio de que nunca es tarde para cumplir tus propios sueños, para cambiar de rumbo, para amar de nuevo, para soltar lo que pesa y abrazar lo que en verdad te hace vibrar.
Porque este tiempo que te queda en la Tierra —no importa cuánto sea— es tuyo, y mereces vivirlo con propósito, con alegría, con libertad.
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