Un Día de Aventuras en Cobán: Perros Salchicha, Paca y un Zanate en Aprietos
A veces, los días no salen como los planeamos, pero terminan siendo aún más memorables.
Lo que comenzó como un día de paseo por Cobán, terminó en una serie de pequeñas aventuras que lo convirtieron en una experiencia única.
Un Momento de Paz en el Templo de Cobán
Empezamos nuestro recorrido por la Cuidad , y nos dirigimos al hermoso Templo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de Los Últimos días, sentí la necesidad de hacer una pausa y encontrar un momento de tranquilidad. Decidimos visitar el templo de Cobán, un lugar lleno de historia y espiritualidad. Al entrar, el ambiente de calma me envolvió. Me tomé unos minutos para reflexionar, para agradecer y simplemente estar presente. A veces, en medio del ajetreo del viaje, estos momentos de introspección son necesarios para reconectarnos con nosotros mismos.
El templo, con su arquitectura sencilla pero imponente, fue un recordatorio de que en cada viaje hay espacios para la paz, para el encuentro personal y para la gratitud.
De la Paca al Desvío Inesperado
La mañana arrancó con una actividad que siempre tiene su dosis de emoción: comprar ropa de paca. Buscar tesoros escondidos entre montañas de prendas es un arte, y aunque no siempre se encuentra lo que uno busca, la emoción de la caza es parte de la diversión. Pero lo inesperado llegó después: un pequeño desvío en el camino nos hizo perdernos por un rato. Entre risas y dudas sobre la dirección correcta, al final encontramos nuestro rumbo nuevamente. A veces, perderse también es parte del viaje.
Un Almuerzo con Encanto
Después de la travesía matutina, la recompensa llegó en forma de un restaurante acogedor. “San Rafael” nos recibió con su encanto rústico y un menú que prometía sabores frescos y auténticos. Entre bocados y conversaciones, el tiempo pareció detenerse, recordándonos que los mejores momentos no siempre son los planeados, sino los que simplemente suceden.
Los Guardianes de Cuatro Patas
En medio del descanso, una visita inesperada vespertina nos alegró aún más el día: dos pequeños perros salchicha que, con su curiosidad y energía, se robaron la atención. Uno de ellos se sentó en la terraza, contemplando el horizonte como si estuviera esperando a alguien. El otro, más sociable, se acercó buscando caricias y compañía. Su presencia fue un recordatorio de que, a veces, los mejores anfitriones de un lugar no son humanos.
El Rescate del Zanate
Cuando el día parecía llegar a su fin, un atardecer bello frío y nublado , el destino tenía una última prueba para nosotros. Un zanate se encontraba en problemas, atrapado entre unas cuerdas, sin poder liberarse. Acercarse a un ave asustada no es tarea fácil, y este pequeño guerrero no dudó en picotearme varias veces en su intento de defenderse. Pero poco a poco, con palabras suaves y movimientos cuidadosos, entendió que solo quería ayudarlo. Fue mi primera vez tocando un animalito así, y sentir su vulnerabilidad en mis manos fue una experiencia poderosa. Finalmente, quedó libre y alzó el vuelo, dejándonos con el corazón lleno de satisfacción.
Un Día que No se Olvida
Lo que parecía un día común se convirtió en una historia de giros inesperados, momentos divertidos y hasta un acto de rescate. Cobán nos sorprendió con sus pequeños detalles: desde la emoción de la paca hasta la mirada agradecida de un ave que volvió a volar. Quizás, al final, eso es lo mejor de los viajes: no solo los lugares que conocemos, sino las historias que nos llevamos de ellos.
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