El agua besa mis pies,
como un secreto que el océano guarda.
El atardecer, un cuadro vivo,
pinta de oro los instantes.
El vaivén de las olas,
ritmo eterno de la vida,
me recuerda que soy parte
de algo infinito, algo puro.
Aquí, entre el cielo y la arena,
encuentro paz.
Y en el abrazo del mar,
me dejo ser,
simplemente, yo.
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