Mi corazón llora en silencio,
no porque te busque,
sino porque en su soledad
abraza tu ausencia.
En las grietas de su latir,
tu nombre resuena,
aunque no sé cuál es,
aunque nunca lo haya pronunciado.
Dime, ¿dónde estás?
¿En qué rincón del universo
esconde el destino tu mirada?
Yo te espero aquí,
no en un lugar, sino en mi fe,
donde el amor no se rompe,
donde Dios susurra esperanza.
Tal vez no sea tu paso el que espero,
sino el mío,
ese que encuentre el valor
de caminar hacia mí misma,
de reconstruir el eco
de mi propio amor.
Y si algún día vienes,
te recibiré no como quien busca salvación,
sino como quien ya ha aprendido
que el amor verdadero
empieza aquí,
en el silencio de mi corazón.
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