miércoles, 4 de septiembre de 2024

El Refugio de Nia


En medio de la tormenta, cuando los cielos rugen con furia y los rayos iluminan las sombras, Nia busca el único refugio donde sabe que la paz existe. Con sus suaves patas, corre a mi lado, encontrando seguridad en el calor de mi presencia.

 A su alrededor, el mundo puede desmoronarse, pero a mi lado, todo es tranquilidad. Es en esos momentos, cuando el caos exterior intenta invadir, que su pequeño cuerpo tembloroso me recuerda lo que significa cuidar y ser cuidado.

Aunque parezca que soy yo quien le brinda protección, es ella quien, en su inocente vulnerabilidad, me llena de una calma que solo su cercanía puede darme. 

Nia, con sus ojos atentos y su ronroneo sutil, me enseña que el miedo no es más que una señal para acercarnos a quienes amamos. 

Mientras ella busca seguridad en mis brazos, yo encuentro consuelo en su confianza. 

Es un intercambio silencioso de amor, donde las tormentas externas se desvanecen, y juntas creamos un refugio de paz. 

Al final, no soy solo quien la cuida, sino quien es cuidado en el mismo acto, porque en ese lazo entre ambas, descubro que la fuerza no reside en la ausencia de miedo, sino en la presencia de alguien con quien enfrentarlo.



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