martes, 9 de julio de 2024

Máscara

El sufrimiento y el dolor nos revelan la dureza de la vida y la crueldad del mundo.

Cada batalla perdida nos enseña a desconfiar de las personas, empujándonos a refugiarnos en un caparazón impenetrable.

Poco a poco, nos colocamos una máscara para protegernos de nuevas heridas, ocultando nuestro verdadero yo tras una fachada que nos resguarda de la vulnerabilidad.

La máscara se convierte en una segunda piel, una barrera entre nosotros y el mundo exterior.

Con ella, podemos aparentar fortaleza y serenidad, aunque por dentro nos sintamos rotos y desamparados.

Esta máscara nos permite ocultar nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos, evitando que otros vean nuestras debilidades y miedos más profundos.

Nos volvemos expertos en fingir, en mostrar una sonrisa cuando el corazón llora, en proyectar seguridad cuando el alma tiembla de incertidumbre.

A través de esta máscara, aprendemos a interactuar con los demás sin revelar demasiado de nosotros mismos.

Nos volvemos cautelosos y medidos en nuestras palabras y acciones, siempre manteniendo una distancia segura.

Sin embargo, con el tiempo, esta máscara puede volverse una prisión, aislándonos aún más de quienes nos rodean y de nuestra propia esencia. 

La carga de mantener esta fachada se vuelve pesada, y el anhelo de ser comprendidos y aceptados tal como somos, sin filtros ni barreras, crece dentro de nosotros.

La máscara, aunque nos protege, también nos roba la oportunidad de conectar auténticamente con los demás.

Nos priva de la posibilidad de ser vulnerables y de encontrar en esa vulnerabilidad una fuerza compartida.

Pero quizás, en algún momento, encontremos a alguien capaz de ver más allá de nuestra máscara, alguien que nos inspire a dejarla caer y a mostrar nuestro verdadero yo, completo con todas sus cicatrices y fortalezas.

Y en ese acto de valentía, descubriremos que la verdadera conexión y el verdadero entendimiento solo son posibles cuando nos atrevemos a ser genuinamente nosotros mismos.

lunes, 8 de julio de 2024

Cuando te importa alguien siempre tendrás tiempo para el o ella .

En la vorágine de la vida diaria, el tiempo se convierte en un recurso precioso y a menudo escaso. 

Nos encontramos constantemente equilibrando responsabilidades, compromisos y deseos.

Sin embargo, hay una verdad ineludible: si una persona no es importante para ti, nunca encontrarás el tiempo para estar con ella.

Las prioridades se revelan en las acciones.

Cuando alguien ocupa un lugar especial en nuestro corazón, hacemos espacio en nuestras agendas, sin importar lo ocupadas que estén.

Es en esos momentos, en esos esfuerzos conscientes, donde demostramos cuánto valoramos a alguien.

Nos levantamos temprano o nos quedamos hasta tarde, desviamos nuestros planes y sacrificamos nuestro propio confort, todo por el simple deseo de compartir tiempo con esa persona.

Por otro lado, cuando alguien no tiene ese peso en nuestras vidas, las excusas se acumulan fácilmente. "Estoy demasiado ocupado", "Tal vez la próxima semana", "Tengo mucho en mi plato ahora mismo" se vuelven mantras que revelan una verdad incómoda: la falta de importancia que le asignamos a esa relación.

Es una dura realidad, pero también una brújula que nos guía hacia lo que realmente importa.

Nos recuerda que el amor, la amistad y las conexiones significativas no solo requieren palabras, sino también acciones y tiempo.

Nos invita a reflexionar sobre a quién damos nuestro tiempo y a reconsiderar nuestras prioridades.

Porque, al final, el tiempo es el regalo más valioso que podemos ofrecer.

Es la moneda con la que compramos recuerdos, forjamos lazos y construimos relaciones duraderas.

Así que, cuando encuentres a alguien por quien siempre estás dispuesto a hacer espacio en tu vida, sabrás que esa persona es verdaderamente importante para ti.

domingo, 7 de julio de 2024

Regrese a casa

Después de quince días fuera, regresar a casa fue un bálsamo para el alma. 

Cada paso hacia la puerta me acercaba a ese lugar que, aunque a veces se dice que está en el corazón, tiene un rincón físico que nos espera con los brazos abiertos. 

Al cruzar el umbral, una ola de familiaridad y paz me envolvió. 

Los muebles, las fotos en las paredes, el aroma único de nuestro hogar... todo me susurraba historias de momentos compartidos, de risas y lágrimas que solo pueden nacer en el refugio más íntimo de uno mismo. 

Pero lo mejor de todo fue ver a mi hijo. Sus ojos brillaron al verme, y en su abrazo encontré la esencia misma de lo que significa hogar. 

No hay lugar en el mundo que pueda igualar la calidez y el amor que él emana. 

En su sonrisa, sentí la bienvenida más profunda y sincera. 

Es cierto, la casa puede estar en el corazón, pero también se materializa en los lugares y las personas que amamos. Y en ese instante, entendí que mi verdadero hogar es donde están los que quiero, donde puedo ser yo misma, rodeada de amor incondicional. 

Regresar a casa, después de días de ausencia, me recordó que no importa dónde estemos, siempre llevamos un pedazo de hogar dentro de nosotros. 

Pero nada se compara con la dicha de estar físicamente presente, de sentir los latidos del hogar en sincronía con los propios. 

Volver a casa fue, sin duda, un reencuentro con la paz, la alegría y el amor en su forma más pura. 

Mi familia es mi hijo, por lo menos acá en Guatemala. Aunque la otra esta en mi país.






El Frio Refugio

Esa noche, finalmente, logré dormir bien. 

El cansancio se desvaneció con cada suspiro profundo mientras el frío me abrazaba suavemente, como una manta de hielo que se derretía lentamente, brindándome una sensación de paz y quietud. 

Sentí cómo mis párpados se volvían pesados y mi mente se iba adentrando en un sueño profundo. 

Envolviéndome con su manto oscuro, Morfeo me acunó en sus brazos, llevándome a un mundo donde las preocupaciones no existían, y solo quedaba la serenidad de un descanso reparador. 

Cada segundo en ese refugio fortalecedor me rejuvenecía, permitiéndome disfrutar de un descanso que parecía eterno.




jueves, 4 de julio de 2024

Amor bonito

Te mereces un amor bonito, que llegue y se quede, 

un amor que te cuide y que no te rompa.

Te mereces un amor que te mire a plena luz del día, sin temores ni sombras, 

un amor que te presuma con orgullo, que no tenga nada que esconder.

Un amor que te vea con ojos llenos de maravilla, que al mirarte descubra la magia que eres para él. 

Te mereces un amor sincero, que sepa ser compañero, que camine a tu lado sin apurar el paso, respetando tu ritmo, apoyando tus sueños. 

Te mereces un amor que ría contigo, que haga de las penas algo pasajero, que celebre tus victorias 

y te consuele en los tropiezos, un amor que no tema decir lo mucho que te quiere.

Un amor que entienda que no eres perfecto, pero aún así, te ame más por tus imperfecciones,

que vea en tus cicatrices historias de valentía y superación.

Te mereces un amor que construya, que no destruya, que te inspire a ser mejor sin cambiar tu esencia, 

que te abrace fuerte cuando el mundo sea frío y te susurre al oído que todo estará bien. 

Te mereces un amor bonito, que no solo diga, sino también haga, que sus palabras se conviertan en actos de amor y ternura, 

un amor que se quede no porque tenga que hacerlo, sino porque elige, cada día, quedarse a tu lado. 

Te mereces un amor que sepa de paciencia y perdón, que se ría de las pequeñas tonterías y haga de lo cotidiano algo extraordinario,

un amor que convierta cada momento compartido en un tesoro inigualable.

Te mereces un amor que te mire como si fueras su mayor milagro,

un amor que al verte, sus ojos brillen y su corazón lata más rápido,

un amor que al pronunciar tu nombre sienta que está diciendo poesía.

Te mereces un amor bonito, un amor que llegue, que se quede,

y que te haga sentir, cada día, que eres lo más hermoso que le ha pasado.

En Corto : Mi mente y yo

Mi mente y yo, en constante diálogo, un murmullo eterno, un río inagotable, ideas que fluyen, a veces serenas, otras, torrentes que arrasan sin piedad. 

Mi mente y yo, en busca de respuestas, navegamos mares de dudas y sueños, encontramos puertos de paz momentánea, y tempestades que nos llevan a lo incierto.

Mi mente y yo, aliados y enemigos, un lazo invisible que nunca se rompe, compañeros de viaje en este vasto universo, exploramos juntos lo que el alma esconde.

Mi mente y yo, en una danza constante, a veces en armonía, a veces en conflicto, pero siempre unidos, en este peregrinaje, descubriendo el mundo, y a nosotros mismos.

En Corto : Va y Viene

No te acostumbres a nadie, la gente va y viene, como el viento en la tarde, como un suspiro breve. 

No te encariñes, que los lazos se deshacen,

no te ates, que las cadenas te atenazan.

No prometas, que las palabras son volátiles,

no te quedes, que la permanencia es frágil.

Hazte un favor, y aprende a estar solo, que en la soledad hay fuerza, y en ti mismo, todo.

Bailar bajo la lluvia

Aprovechando las lluvias que hemos tenido en Guatemala, y que me ha tocado manejar bajo la lluvia, me recordó de singin’n in the rain , esa ...