martes, 23 de septiembre de 2025

Nuestras bendiciones disfrazadas de pruebas y la importancia de la Santa Cena



La vida está llena de desafíos.

A menudo, las pruebas parecen oscurecer nuestro horizonte y hacernos dudar de si realmente somos amados por el Padre Celestial.

Sin embargo, como enseñó el presidente Spencer W. Kimball:

“No hay nada que nos suceda que, si lo aceptamos con paciencia, no pueda obrar para nuestro bien.”


Cada dificultad puede convertirse en una oportunidad de crecimiento espiritual. Aquello que hoy vemos como sufrimiento, mañana puede revelarse como una bendición disfrazada, un medio por el cual el Señor nos prepara para ser más fuertes, más humildes y más semejantes a Su Hijo.


Las pruebas como bendiciones

El élder Neal A. Maxwell enseñó que las pruebas son “el horno refinador del Señor” y que sin ellas no podríamos aprender las lecciones necesarias para nuestro progreso eterno.

Moroni nos recuerda que es mediante nuestras debilidades que aprendemos a depender de la gracia de Cristo:

“Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Yo doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y mi gracia basta a todos los que se humillan delante de mí” (Éter 12:27).


Cuando enfrentamos pruebas, podemos recordar que el Padre Celestial no nos abandona. Al contrario, está moldeando en nosotros una fe más pura y un carácter más semejante al de Cristo.


La Santa Cena: un renuevo semanal


En medio de nuestras pruebas, la Santa Cena se convierte en un oasis espiritual.

El presidente Thomas S. Monson dijo:

“Al participar de la Santa Cena, renovamos nuestros convenios con el Señor y recibimos fortaleza para vencer las tentaciones de la semana venidera.”


La Santa Cena no es simplemente un rito; es un recordatorio solemne del sacrificio de Jesucristo y de Su invitación a seguirle.

Cada domingo, al tomar el pan y el agua, prometemos nuevamente:

Recordar siempre a Cristo.

Tomar Su nombre sobre nosotros.

Guardar Sus mandamientos.


A cambio, se nos promete que Su Espíritu estará con nosotros siempre

(Doctrina y Convenios 20:77, 79).


El poder sanador del convenio


Al tomar la Santa Cena, llevamos nuestras cargas, dolores y errores a los pies del Salvador. Él ya sufrió en Getsemaní y en la cruz por cada uno de nosotros.


El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “No importa cuánto hayamos errado, el sacrificio de Jesucristo cubre todos los pecados, todas las pruebas, todas las penas, y nos ofrece esperanza nueva.”


Así, aunque nuestras pruebas sean difíciles, la Santa Cena nos recuerda que no estamos solos. Es un renuevo de fe y de paz, y un recordatorio de que las bendiciones pueden estar escondidas aún en medio de la adversidad.


Nuestras pruebas no son castigos, sino escalones hacia la eternidad.

Muchas de las bendiciones que anhelamos llegan disfrazadas de desafíos, para fortalecernos y hacernos más semejantes al Salvador.

Y la Santa Cena es el recordatorio semanal de esa verdad: que, mediante Jesucristo, todas nuestras pruebas pueden transformarse en bendiciones eternas.

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Our Blessings Disguised as Trials and the Importance of the Sacrament

Life is full of challenges. Often, trials seem to darken our horizon and make us question whether we are truly loved by our Heavenly Father....