El cuerpo no nos traiciona… nos protege.
Pero, ¿lo estamos escuchando?
En medio de las prisas diarias, del “tengo que seguir” y del “ya se me pasará”, olvidamos que nuestro cuerpo no es una máquina.
Es nuestro hogar.
Nos acompaña desde el primer suspiro y carga con cada emoción, cada experiencia, cada desvelo.
Y aunque no habla con palabras, sí se comunica: a través del cansancio, de un dolor que se repite, de una fiebre que parece no tener causa.
El cuerpo también se cansa de no ser escuchado.
¿Y si hoy le escribieras una carta a tu cuerpo?
No para reclamarle.
No para exigirle más.
Sino para agradecerle, para pedirle perdón, para reconciliarte con él.
Porque tu cuerpo ha estado ahí en tus batallas silenciosas.
Ha resistido más de lo que tú misma sabes.
Y tal vez lo que hoy sientes no es solo físico…
Tal vez es tu alma, hablándote a través de tu cuerpo.
Algunas formas en las que el cuerpo nos pide atención:
• Un cansancio que no se quita ni durmiendo
• Dolencias persistentes sin causa clara
• Fiebres o alergias que aparecen “de repente”
• Dificultades para dormir o respirar profundo
• Sensación de estar emocionalmente “cargados”, sin razón evidente
No estás roto.
Solo estás pidiendo una pausa.
Y mereces escuchar ese pedido.
¿Cómo podemos comenzar a sanar la relación con nuestro cuerpo?
• Escuchando sus señales, sin juzgar
• Agradeciendo su resistencia, cada día
• Descansando de verdad, sin culpa
• Nutriéndolo no solo con comida, sino con cariño
• Hablándole como lo harías con alguien que amas
Porque el cuerpo no solo es un vehículo.
Es tu compañero.
Y necesita tu amor para seguir caminando contigo.
🌿 Carta al cuerpo (Ejemplo) 🌿
Querido cuerpo mío:
Hoy me detengo a escucharte.
He sentido tus llamados estos días, tus fiebres, tus dolores, ese cansancio profundo que no se quita con dormir.
Y quiero decirte que lo siento…
No por enfermarte, sino por no haber escuchado antes lo que realmente querías decirme.
Sé que al regresar de ese viaje, no solo traje una maleta.
Traje también recuerdos, emociones, heridas que aún no cicatrizan y fantasmas que se disfrazan de gripe.
Tu temblor, tu malestar… han sido tu manera de sostenerme, de decir:
“Ya basta. Necesito pausa. Necesito amor. Necesito contención.”
Gracias por sostenerme aun cuando yo iba corriendo.
Gracias por no rendirte ni siquiera en el dolor.
Gracias por ser mi casa, incluso cuando yo misma te descuido.
Hoy te abrazo.
Hoy me comprometo a cuidarte, no solo con medicina, sino con ternura.
A darte descanso, alimento, aire limpio y pensamientos ligeros.
A no exigirte más de lo que puedes dar, y a honrar cada parte de ti que ha resistido tanto.
No estás roto.
Solo estás pidiendo un respiro.
Y yo, finalmente, estoy aquí para dártelo.
Con amor,
Yo, tu alma agradecida.
Reflexión: Quizás este sea un buen momento para detenerte y preguntarte:
¿Qué me quiere decir mi cuerpo que aún no he querido escuchar?
No esperes a enfermarte para reconciliarte con él.
No sigas ignorando los susurros que luego se vuelven gritos.
Escríbele hoy.
Prométele que esta vez, sí lo vas a cuidar.
Porque te ha sostenido todo este tiempo… y aún sigue aquí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario