Muchas veces he sentido que el mundo se mueve demasiado rápido para mí.
Que hay demasiadas voces al mismo tiempo, demasiadas luces, demasiados ruidos… demasiadas expectativas.
Tengo Asperger. Un síndrome dentro del espectro autista que, en mi caso, es leve.
Pero eso no significa que no lo sienta, que no me afecte, o que no me defina en parte.
Me hace diferente, sí, pero también me hace profundamente humana.
Desde pequeña, supe que había algo distinto en mí.
Me costaba socializar, me sentía fuera de lugar en los grupos grandes, y muchas veces prefería la compañía de un libro o el silencio de un espacio tranquilo.
Mientras otros se sentían cómodos en medio del bullicio, yo anhelaba la calma, la estructura, la paz de las afueras.
Durante mucho tiempo, confundí mi forma de ser con timidez o rareza. Hasta que entendí que simplemente percibo el mundo de forma distinta. No peor. No mejor. Solo distinta.
¿Qué es el Síndrome de Asperger?
El Síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que forma parte del espectro autista. Las personas con Asperger suelen tener:
Dificultades en la interacción social
Intereses muy intensos o específicos
Rutinas que les brindan seguridad
Hipersensibilidad a estímulos como ruidos, luces o texturas
Pero también tienen algo muy hermoso:
una percepción única de la vida, una forma profunda de observar, de analizar, de sentir.
Mi lucha no ha sido fácil
Después de mi operación, la batalla fue doble: física y mental.
Volver a empezar, a caminar, a grabar, a hablar frente a una cámara… todo se sentía abrumador.
Pero cada día, con miedo, he seguido adelante.
Y hoy, en este Día 4 de mi reto de “100 días con miedo”, decido contar esta parte de mí que por años oculté.
Porque no quiero tener miedo de ser quien soy.
Porque vivir con Asperger no me hace menos…
Me hace única.
Una invitación desde el corazón
Si tú también te has sentido diferente…
Si te cuesta socializar, si prefieres la calma, si el ruido te abruma…
Quizás no estés roto.
Quizás solo estés viendo el mundo con otros ojos.
Y eso, créeme, también es un don.
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Gracias por leerme, por acompañarme, por verme.
Hoy, más que nunca, abrazo mi diferencia.
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