Solía correr descalza por llamas ajenas,
apagar incendios en almas sin pena.
Daba mi luz sin dejarme brillar,
rescataba a los otros y olvidé respirar.
Me ahogué en los mares de tanto salvar,
pero nunca encontré quién me viniera a buscar.
Fui el faro, la guía, el refugio, el hogar,
hasta que un día… no supe regresar.
Ahora miro mis ruinas y veo en el suelo
las piezas de un alma que gritó sin consuelo.
Pero en cada fragmento aún hay esperanza,
en cada ceniza, una llama que danza.
No quiero ser héroe, no quiero ser cruz,
quiero ser viento, quiero ser luz.
Dejo las cargas, suelto la piel,
abrazo mi historia, me salvo, me encuentro… ¡renazco otra vez!
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