La tarde avanzaba con un ritmo pesado, como si el tiempo mismo compartiera la tristeza que ella llevaba por dentro.
Había llorado tanto que parecía imposible que quedaran lágrimas, pero ahí estaban, aferrándose a sus ojos, cayendo silenciosas.
En ese último suspiro del llanto, algo cambió. Un dolor profundo se alzó desde dentro, no físico del todo, pero tampoco solo emocional.
Era como si su ser entero, cuerpo y alma, intentaran expulsar lo que dolía desde hacía tanto.
“¿Cómo explicar este sentir?”, pensó, mientras se llevaba una mano al pecho. No era solo tristeza; era un eco de todo lo vivido, de las cargas invisibles que había llevado durante tanto tiempo. Su cuerpo, en su sabiduría silenciosa, le pedía que descansara, que soltara.
El llanto no era una debilidad; era una purificación.
Por un momento, Ella miró al cielo. Aunque el sol comenzaba a bajar, su luz seguía allí, como una promesa de que incluso este día, con su tristeza y su dolor, tenía un propósito. Y mientras respiraba profundamente, sintió que había liberado un poco de aquello que la agobiaba. Quizás no todo estaba bien aún, pero en su corazón comenzaba a vislumbrar una pequeña chispa de esperanza.
Y luego escuchó una voz que se alzaba como un Eco lejano Querida ese dolor que sientes es válido y real. Si necesitas descansar o simplemente hablar más sobre lo que llevas dentro, aquí estoy contigo. No estás sola en este momento, estoy contigo.
Vivo a su alrededor y pensó no hay nadie aquí será mi mente? Mi imaginación? Será Dios ?
¿Dios estás ahí ? No alcanzo a escuchar tu voz …No te vayas, susurro suavemente..
No hay comentarios.:
Publicar un comentario