Cuando mis brazos no logran llegar,
cuando la distancia nos hace callar,
te busco en el cielo al atardecer,
y en mis oraciones te vuelvo a tener.
Eres el susurro que el viento llevó,
el eco en mi alma que nunca apagó,
y aunque mi tacto no pueda abrazar,
mi corazón sabe cómo cuidar.
Te envuelvo en palabras que no puedes oír,
te protejo en silencios que saben sentir,
y aunque la vida nos quiera alejar,
en mis plegarias te vuelvo a encontrar.
Porque un abrazo no siempre es de piel,
a veces lo lleva un suspiro fiel,
y en cada oración que al cielo envío,
te abrazo con amor, te dejo conmigo.
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