Esta noche no es una más, es un salto entre dos capítulos: el adiós a un año que nos regaló de todo y la bienvenida a uno lleno de promesas. Y aquí estoy, entre risas, canciones y recuerdos, disfrutando cada instante como si fuera un regalo especial.
La noche comenzó con karaoke, ese momento en el que la música nos une, las risas salen naturales y el corazón canta incluso cuando la voz no da para más. Fue como liberar todo lo vivido este año, cantando con alegría, desafinando con estilo y dejando que cada canción contara nuestra historia.
Para mí, 31 Minutos era mi escapada, mi rincón feliz donde podía dejar las preocupaciones y simplemente reír.
Mientras Juan Carlos Bodoque, Tulio y todo el equipo de 31 Minutos llenan mi sala, siento que esta noche es un recordatorio de lo importante que es reír, cantar y conectar con aquello que te hace feliz.
Hoy, al reencontrarme con ellos, siento que la vida me dice:
“Recuerda quién eres, recuerda lo que te hacía feliz”.
Y aquí estoy, riéndome a carcajadas como si no hubiera mañana, porque hay algo mágico en conectar con esa parte de uno mismo que sigue siendo niña, que sigue soñando, que nunca deja de creer en las cosas simples pero inmensas.
Así cierro este año, con risas sinceras, nostalgia bonita y el corazón lleno de gratitud. Si algo me enseñaron estos títeres adorables es que nunca hay que tomarse la vida demasiado en serio. Porque al final, lo que queda son estos momentos: una carcajada inesperada, un recuerdo que te abraza y la certeza de que la felicidad está en lo simple.
Así cierro este año, con música, carcajadas sinceras y nostalgia bonita.
Entre las canciones del karaoke y las ocurrencias de estos títeres adorables, mi corazón se llena de gratitud.
Si algo aprendí esta noche es que la felicidad está en lo simple: en una canción compartida, en una carcajada inesperada y en esos momentos que te hacen sentir vivo.
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