Diciembre tiene una magia especial, pero también un truco maestro: ¡confunde los días! Es como si el mes entero se metiera en un disfraz de sábado eterno.
Hoy, por ejemplo, es martes 24 de diciembre, pero ¿a quién engañamos? ¡Esto tiene más vibra de sábado que un sábado real!
¿A quién le importa que el calendario diga otra cosa?
La gente anda relajada, las calles llenas de carros (porque claro, ¿qué es más “sábado” que eso?), y hasta el panadero de la esquina tiene la sonrisa de “es fin de semana, aprovecha tu rosca”.
Yo estoy aquí, viendo el reloj, preguntándome si debo sentir culpa por no estar trabajando… pero no, es diciembre. “La vida empieza en enero,” me digo, mientras me como otro pedazo de pan.( pan sin gluten porque la intolerancia al gluten está de moda)
Pero eso sí, diciembre no es tan inocente como parece. Este mes viene con un arma secreta: ¡los lunes invisibles! Porque claro, todos esos “sábados” tienen que estar escondiendo un lunes en algún lugar. Seguro que el 1 de enero es el gran lunes de todo diciembre. Es como el cobrador: llega tarde, pero llega. Y te lo recuerda con resaca.
Y no me hagan empezar con los días feriados.
¿Navidad?
¿Año Nuevo?
Son los reyes del caos temporal. Porque no importa cuánto lo intentes, el 25 de diciembre también parece sábado, incluso si cae en miércoles.
La única regla de diciembre es esta: “todos los días son sábado, excepto los días que parecen domingo.”
Y tú ahí, atrapado en un ciclo de confusión, pensando: ¿Es hoy el día que saco la basura? ¿O ya la saqué el sábado pasado, que en realidad era jueves?
Así que aquí estoy, disfrutando este martes 24 de diciembre disfrazado de sábado. Porque, en diciembre, los días dejan de ser días, los relojes no cuentan las horas, y la única pregunta importante es: ¿qué sobró de la cena de anoche?

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