En la calma del hogar, la noche se posa,
el reloj murmura su ritmo pausado,
y tú, viajera de un largo domingo,
descalzas el cansancio, deslizas la prisa.
La luna, cómplice en su eterna vigilia,
te observa aliviada, sabe de tus batallas,
y el eco del día, en susurros de sombras,
te invita a soltar lo que el sol dejó atrás.
Aquí, en tu rincón sagrado de sueños,
la música del silencio te envuelve,
y cada latido, un recordatorio,
de que estás viva, que hoy también venciste.
Tómate un respiro, cierra los ojos,
deja que la paz acaricie tus alas,
porque en este instante, simple y sincero,
eres un universo en perfecta calma.
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