A lo largo de mi vida, me he enfrentado a más desafíos de los que puedo contar.
He vivido momentos de dolor, incertidumbre y caídas, pero si hay algo que me ha mantenido de pie es la sensación de que nunca he estado sola.
Aunque ya no me considero una persona religiosa, después de más de 20 años de haberlo sido, sé que hay una fuerza que va más allá de nuestra comprensión.
Algunos lo llaman Dios, otros el Creador, el Universo… pero para mí, es una presencia que me ha cuidado y protegido en cada instante de mi vida.
No puedo explicar cómo, pero siempre he sentido esa mano divina guiando mi camino, incluso en los días más oscuros.
En los momentos en los que todo parecía perdido, cuando me sentía más vulnerable, algo ha intervenido, como si me recordara que no estoy sola, que hay algo o alguien que me cuida.
No se trata de una fe basada en rituales o dogmas, sino de una certeza silenciosa, esa paz que viene de saber que hay algo más grande, una fuerza que nos envuelve con amor y protección.
Sé que los milagros existen. Los he visto y los he vivido.
Aunque no tengo todas las respuestas, siento que mi vida misma es un milagro, un testimonio de que lo inexplicable está ahí, siempre presente.
Es algo que no se puede expresar con palabras, pero lo siento profundamente en mi corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario