y ella encontro un universo en par
un rincón donde los sueños se mezclan
con el aire dulce del suspirar.
Él, figura altiva, un andar sin prisa,
hablaba con un tono de mar,
con risas que llevaban la brisa
y un encanto difícil de olvidar.
Ella lo miraba desde lejos,
con el corazón tembloroso y fiel,
sus días pintados de espejos
que reflejaban solo a él.
Pero para él, era solo un rostro,
uno más entre la multitud,
una sombra en el fondo del cosmos,
sin brillo, sin plenitud.
No era su tipo, ni su musa deseada,
no veía en ella una chispa que arder,
y aunque ella soñaba con ser amada,
él nunca llegó a entender.
Así, en su pecho guardó el anhelo,
ese amor que nunca fue dicho,
y dejó que el viento se llevara el duelo,
callando el eco de su capricho.
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