Recuerdan la frase de Woody en Toy Story : Hay una serpiente en mi bota , pues me paso algo similiar pero no con una serpiente, sino con una hormiga. ¿Una hormiga? Si una hormiga.
Estaba en uno de esos momentos de la tarde en que todo parece calmo. Tomé mi vaso de agua, lista para hidratarme, y sin pensarlo dos veces, le di un gran sorbo. Todo parecía normal, hasta que… crunch. Mi cerebro tardó unos segundos en registrar lo que había pasado. “¿Qué acabo de masticar?”, pensé con el ceño fruncido y el estómago ya un poco revuelto.
No pasó mucho tiempo antes de que lo supiera: una hormiga. ¡Sí, una hormiga! Imaginé por un instante su pequeña vida aventurera. Quizás había estado explorando el borde de mi vaso como si fuera el Everest de su mundo, o tal vez solo estaba buscando un chapuzón en lo que para ella era un océano gigante de agua. Pero lo que nunca esperó fue que la aventura acabaría dentro de mi boca.
El asco me invadió rápidamente, pero luego, con una sonrisa, me imaginé la hormiga volviendo a su colonia (en otro mundo donde no acabó siendo masticada) y contándole a sus amigas: “¡Chicos, he sido parte de algo enorme! ¡He viajado en el estómago de un gigante por un segundo!”. Eso sí, probablemente nadie le habría creído.
Al final, la sensación rara en mi boca me dejó pensando: hay sorpresas que uno simplemente no espera en el día. Quizás, la próxima vez, miraré mi vaso de agua antes de beber. O tal vez, me prepararé para otra pequeña aventura… ¡esperando no masticar un insecto!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario