domingo, 18 de agosto de 2024

El Misterio de la Fe: Un Encuentro Personal con lo Divino

En el transcurso de la historia, la humanidad ha buscado respuestas a las grandes preguntas de la existencia. Religiones, filosofías y creencias han surgido para intentar comprender lo incomprensible. 

Sin embargo, no todos encuentran su camino a través de una religión formal. Algunos, como yo, descubren una conexión profunda y personal con algo más grande, algo que no puede ser fácilmente definido o encasillado en dogmas.

No me considero una persona religiosa. 

No sigo un credo específico.

Sin embargo, creo firmemente en Dios, el Creador supremo, y en el universo como una fuente divina que todo lo ve. 

Esta creencia no está basada en lo que me han enseñado, sino en lo que he vivido. En mi experiencia, hay una fuerza que me ha cuidado, sostenido y dado la fortaleza necesaria para seguir adelante en los momentos más oscuros.

Recuerdo momentos en mi vida en los que todo parecía perdido, en los que sentía que ya no tenía la fuerza para continuar. 

Sin embargo, en medio de esa desesperación, siempre hubo una voz interior, una sensación de paz que me decía que no estaba sola, que había una mano invisible que me sostenía. 

No sé cómo explicarlo, pero sé que es real. Es una presencia que me envuelve, que me llena de esperanza y que, de alguna manera, me muestra el camino cuando más lo necesito.

No sé cómo será para otras personas, pero para mí, este poder superior es tan real como el aire que respiro. Aunque no puedo verlo ni tocarlo, lo siento profundamente en mi ser. 

Sé que hay algo, una energía, una inteligencia divina que guía mis pasos y que me da la fuerza para enfrentar lo que venga. Y aunque no puedo probar su existencia de manera científica, en mi corazón sé que está ahí.

Creo que la fe es un misterio. No siempre tiene sentido lógico, y a menudo es difícil de explicar con palabras. Pero eso no la hace menos real. Es una certeza que no necesita de evidencia tangible, porque vive en lo más profundo de nuestro ser. 

Para mí, esta fe en lo divino es un faro, una luz que me guía en la oscuridad, una fuente de fortaleza que me permite seguir adelante, pase lo que pase.

Invito a quienes leen estas palabras a reflexionar sobre su propia relación con lo divino. Cada uno tiene su propio camino y su propia verdad. 

Lo importante es encontrar esa paz interior, esa fortaleza que te sostiene cuando todo lo demás falla. 

No importa cómo lo llames o cómo lo experimentes, lo esencial es saber que no estamos solos y que hay algo más allá de lo que podemos comprender.

Así es como yo veo y experimento lo divino. No es algo que pueda definir completamente, pero es algo que me da vida y me da fuerzas cada día. Y por eso, elijo creer.

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