Cuento para niños: El Viaje de Luna
Había una vez una pequeña gata llamada Luna que vivía en un rincón tranquilo de la ciudad. Un día, mientras exploraba su vecindario, encontró a un minino abandonado entre unos arbustos. Era pequeño y temblaba de miedo. Luna, con su corazón tierno, decidió cuidarlo y llevarlo a casa.
La familia de Luna, al ver su acto amable, decidió adoptar al nuevo amigo y lo llamaron Estrella. Luna estaba feliz de tener una nueva compañía, pero su corazón también se llenó de preguntas. ¿Dónde había venido Estrella? ¿Por qué estaba solo?
Días pasaron, y la familia de Luna demostró ser amorosa y cálida. Estrella y Luna jugaban juntos, compartían la comida y dormían abrazados. La vida era perfecta, pero Luna empezó a sentir una inquietud en su interior. Se olvidó de sus días solitarios, pero una sombra de nostalgia se asomaba.
Un día, Luna decidió salir a explorar el mundo nuevamente. Mientras exploraba, conoció a otros gatos y descubrió lugares emocionantes. Pero a medida que pasaba el tiempo, Luna se fue olvidando de su hogar, de su familia, y de Estrella.
La gata aventurera vagaba sin rumbo, buscando algo que no podía encontrar. Hasta que un día, mientras perseguía una mariposa cerca de una calle concurrida, Luna tuvo un accidente. Se lastimó una pata y se dio cuenta de lo vulnerable que era en ese mundo desconocido.
En ese momento, Luna recordó a su familia, a Estrella, y a la seguridad de su hogar. Llorando, maulló pidiendo ayuda. Afortunadamente, una persona amable la encontró y la llevó al veterinario. Luna se recuperó, pero algo había cambiado en su interior.
Con el corazón lleno de gratitud y amor, Luna decidió regresar a casa. Se embarcó en un viaje de regreso, guiada por el recuerdo de las risas, juegos y el calor de su familia. Cuando finalmente llegó a casa, Estrella la recibió con purrs de alegría y la familia de Luna la abrazó con amor.
Desde ese día, Luna nunca más se aventuró lejos. Aprendió que, aunque el mundo fuera grande y emocionante, el verdadero tesoro estaba en el hogar y la familia que la amaba incondicionalmente.
Luna y Estrella vivieron felices para siempre, agradeciendo cada día por el regalo del amor y la seguridad de su hogar.
